Ana Obregón, comprar niños y decir las cosas por su nombre

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Una de las luchas, a machete, que tiene que hacer el periodismo es la de abrirse paso por la jungla del lenguaje enredado que –por motivos ideológicos o corporativos– intenta cubrir de eufemismos los textos para distorsionar la realidad. Ana Obregón fue a Miami a recoger un bebé que había encargado. Los medios hablan de ello mayoritariamente usando el término gestación subrogada, que diría que ha hecho fortuna porque, en apariencia, es el más frío y aséptico. A mí me parece tramposo y promovido interesadamente con el ánimo de naturalizar una práctica que en la inmensa mayoría de países está prohibida. Vientre de alquiler me parece más descarnado y expresa mejor la cruda realidad de la transacción: solo me desagrada que carga el peso de la connotación sobre la madre gestante. Explotación reproductiva intenta abrirse paso, pero la carga ideológica es demasiado grande para que pueda asentarse de manera generalizada. Y, después, cuando no hay carga genética de ninguno de los padres o madres que criarán al niño, quizás lo más honesto sería mirar de cara la situación y decir que se ha comprado un bebé.

La actriz y presentadora Ana Obregón en una imagen de archivo.

A la hora de reportar el caso de Obregón, Telemadrid escribía: “La actriz y empresaria ha dado a luz a una niña en Miami, después de un embarazo en la más absoluta discreción”. Sí, claro, es lo que pasa cuando el embarazo lo carga otra mujer a miles de kilómetros de distancia. Este subtítulo de ¡Hola!, que daba la exclusiva, también merece una reflexión: “Las emocionantes imágenes de la felicidad de Ana al salir del hospital con su bebé”. Se trata de un su muy elocuente, que expresa más propiedad que vínculo. Esta presión del lenguaje falsamente neutro hizo también que, en la crónica del ARA, se colara un "ha adoptado" claramente impreciso e inadecuado que se corrigió en versiones posteriores. Tema abierto: habrá que ir hablando de ello.

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