La antiinmigración no se combate con silencio

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Hay titulares que son como Omeprazol, es decir, de liberación retrasada. El martes leí este titular de portada en el diario El País: "El 57% de los españoles cree que hay "demasiado" inmigrantes". Era una frase que, leída en cualquier otro diario de Madrid, tendría una intención contraria. ¿Hay demasiado? ¡Pues mostrémosles la puerta de salida! O ¡barrémosles la de entrada! Pero esta misma formulación, en El País, había que entenderla al revés, como una denuncia. Al fin y al cabo, en los subtítulos se medía el verdadero alcance de los prejuicios, ya que se indicaba que los encuestados creían que existía el doble de inmigrantes de quienes en realidad viven en España, que tres de cada cuatro los asocian a factores negativos como la inseguridad y que la mayoría, cuando se les pide cuál es su experiencia concreta con inmigrantes, admiten que es positiva. En cualquier caso, el titular me dejó inquieto y contrario al ideario teórico del rotativo de Prisa.

Museo de Historia de la Inmigración de Cataluña, en Sant Adrià de Besòs.

Pero el recubrimiento entérico de Omeprazol se va deshaciendo y, al final, revela su verdadera sustancia. Este jueves, el diario titulaba: "Sánchez sale a la ofensiva ante la ola antiinmigración". Vamos, que la encuesta de dos días atrás era una palanca con la que impulsar el plan del presidente español. En cualquier caso, aunque exista una motivación partidista en este juego de titulares, cabe aplaudir que los medios que quieren apelar al lector progresista acometan desde la complejidad el fenómeno de la inmigración. La izquierda la ha simplificado o escondido durante demasiados años, negando sus efectos tensionadores, lo que ha alimentado a quienes están dispuestos a atizar el odio para capitalizarlo políticamente, aunque sea con datos mal contextualizados o, directamente, con espurias mentiras podridas. Y contra esto no hay protección estomacal que valga.

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