Antonio Muros. o Tapias. O algo

13/12/2023
Jefe de Media
2 min

Este miércoles Antoni Tàpies habría cumplido cien años y quiero aprovechar esta columna para hacer una revelación sobre el artista, en exclusiva: el artista era catalán. Es posible que la revelación parezca poco al lector del ARA, tras el exuberante suplemento del domingo ideado por Catalina Serra. Pero, después de leer una quincena de páginas en Abc, El Mundo y La Razón, pienso que deunidó a los lectores que habrá esparcidos por la piel de toro que considerarán que Tàpies era un artista universal, o sea, nacido de un no-lugar indeterminado del cosmos. Las primeras menciones de Tàpies a estos medios son siempre para encuadrarlo como artista español. Sólo como segunda mención –bien por lo de no repetir– se recuerda que era catalán o, mejor aún, barcelonés. Y se hace meramente como gentilicio, sólo para indicar el simple hecho accidental de nacer en un rincón de mundo u otro.

Conocimiento del cartel del centenario del Barça, obra de Antoni Tàpies

A lo largo de párrafos y párrafos, diferentes expertos nos hablan de los múltiples intereses del artista: aparece mencionado el marxismo, el antifranquismo, el interés por la filosofía zen, la pintura matérica, la sexualidad, la abstracción, la ciencia , las culturas orientales, el magicismo, la literatura artística... Se nos citan mil y un vectores y se nos informa con diligencia de que era un artista “comprometido con la realidad del mundo que le circundaba”. Pues bien, por circunvalaciones, la que realizan todos estos analistas para no explicar que una de las claves de Antoni Tàpies es su implicación con Catalunya, demostrada a partir de todas las causas nacionales a las que intentó ayudar. Ni siquiera se le concede que su obra, por mucho que mirara a los confines orientales, nacía de una tradición y mirada inequívocamente catalanas. A ver si por el doscientos cumpleaños lo recuerdan.

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