La clave de judo en la BBC es un aviso para todos

La sede de la BBC, en Londres
11/11/2025
Jefe de Media
2 min

Los medios de comunicación son máquinas imperfectas que producen errores de diversa consideración –o mentiras, si son conscientes de ello– todos los días. La BBC vive estos días su crisis editorial más intensa y el detonante ha sido una manipulación: montar una frase de Trump a partir de dos fragmentos suyos separados por más de una hora de distancia para evidenciar que fue instigador de la marcha sobre el Capitolio del 6 de enero del 2021. Ya escribí en un artículo anterior que los tramos aún pueden hacer tramo que los medios no pueden hacer. Y ésta lo era, porque no se alertaba al espectador del montaje. Inaceptable: no sólo el fondo debe ser correcto (que lo era: el asalto sin la gasolina de Trump no habría cogido tanto vuelo), sino también las formas.

Ahora bien, nadie nos obliga, de momento, a ir con el lirio en la mano. Y el alcance de las consecuencias –dimisión del director general– no se explica sólo por la dimensión del resbalón. Existe una maquinaria muy bien engrasada de presión de los sectores conservadores sobre la BBC que ataca sobre dos puntos de dolor: la amenaza con recortarle la financiación y el cuestionamiento perpetuo de su línea editorial. El autor del dossier que ha precipitado la crisis es un periodista que había trabajado por A Rupert Murdoch y cercano a Sir Robbie Gibb, un thatcheriano de pro que ocupa una posición clave en el comité que supervisa los estándares periodísticos del ente. Los medios públicos deben ser fiscalizados con la máxima exigencia, porque son de todos. Pero hay que ser conscientes de que hay muchas fuerzas que les querrían delgados como el papel de fumar –preguntémonos por qué– y están dispuestos a jugar sucio para conseguirlo. El soporte sólo lo recibirán si se muestran al público como ejemplares. Lo ocurrido en la proverbialmente sólida BBC debería servir de aviso a otras públicas, porque la palanca que se ha aplicado es tentadora de exportar.

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