La culpa del Procés es de la gente de las comarcas

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Jordi Pujol y Marta Ferrusola la noche electoral del 1988.

BarcelonaLa intelectualidad española ha desarrollado varias teorías para explicar el Procés. La más habitual es que todo responde a una operación de lavado de cerebro masivo llevado a cabo por dos instituciones: la escuela y TV3. La hipótesis del adoctrinamiento masivo de niños se refuta muy fácilmente cuando se ve, con datos en la mano, que el grado de independentismo es similar entre la gente mayor que estudió en la escuela franquista y la que ha estudiado en la escuela con inmersión lingüística. Y ya me diréis cómo una televisión que tiene una audiencia media del 15% puede llegar a tener un influjo tan grande en la población. Y todavía más: ¿los partidarios de estas teorías cómo explican las proclamaciones de Macià en 1931 y Companys en 1934 cuando no había ni inmersión lingüística ni TV3?

Últimamente, sin embargo, en la prensa madrileña ha comenzado a circular otra explicación aún más rocambolesca. El escritor Ignacio Martínez de Pisón afirma, en una entrevista en El Mundo, que cuando llegó a Barcelona en los años 80 "el nacionalismo no existía", pero que comenzó a notar "que había algo poco después, con el aparición de TV3. Pero era en la televisión, no en la calle". Perfecto. Entonces tenemos que Barcelona era un oasis inmunizado contra el nacionalismo en los 80, donde todo el mundo era cosmopolita (y español). ¿Y qué pasó entonces? Atención a Pisón: "El pujolismo era un sistema de infiltración, de ir ocupando el poder y expulsar las élites barcelonesas. Ante la falta de respuesta de las élites antifranquistas y barcelonesas, Pujol colocó a gente de las comarcas". ¡Eureka! La culpa la tiene la gente de pueblo, una invasión nada sutil de tontos rústicos que poco a poco fueron sustituyendo a los antiguos barceloneses xaves hasta conseguir controlar las riendas del poder, lo que explica todo lo que ha pasado después. Y ahora que caigo, yo mismo soy de pueblo, ay, ay, ay...

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