Formatos

Los ‘deep fakes' asaltan la televisión

Varios programas empiezan a experimentar con la tecnología que permite cambiar las caras de los actores a voluntad

Unos falsos, pero muy convincentes, Tom Holland y Nicki Minaj
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BarcelonaLa cantante Nicki Minaj y el actor Tom Holland, que viven juntos, no están muy contentos con el hecho de que Mark Zuckerberg se haya instalado en la casa de al lado. Tampoco Idris Elba exulta felicidad desde que Kim Kardashian se ha mudado a la urbanización y empieza a hacerse notar en el jardín comunitario. Y Harry Kane se sube por las paredes porque el rapero Stormzy le ha reventado una de las baldosas de su patio. En fin, los habituales rifirrafes entre vecinos –siempre susceptibles de escalar– si no fuera por dos detalles. El primero, que los protagonizan supercelebridades. El segundo, más importante, es que ellas no se han prestado a ello pero el programa The neighbour wars, que se estrena el 26 de enero aen la británica ITVX, ha aprovechado la tecnología deep fake para hacer unas réplicas inquietantemente verosímiles.

Después de un par de años en los que aparecían esporádicamente trabajos remarcables de deep fakes en vídeo, con réplicas generadas por ordenador casi indistinguibles de personajes como Barack Obama o Morgan Freeman, ahora son ya las televisiones y las plataformas las que estudian cómo incorporar esta forma de tecnología en sus productos. Uno de los retos pasa por conseguir un contenido que funcione por él mismo, más allá del embeleso que genera la proeza técnica. El otro, decidir entre cuestiones éticas sobre el uso de la imagen de personajes públicos o hasta qué punto informar al espectador. The neighbour wars, por ejemplo, no pretende engañar a nadie y, al final de cada episodio, las perfectas máscaras digitales que ha visto el espectador se desvanecen y se puede ver a los actores que han estado interpretando a las celebridades.

En Rusia hay un caso similar. La miniserie PMJason, estrenada en la web este otoño, explica las aventuras del actor de films de acción Jason Staham en Rusia en 2027. Representa que ha estado rodando cinco años en el país y ha decidido quedarse. Algunos de sus amigos lo visitan y sufren los clásicos cambios culturales. El espectador ve a Keanu Reeves, Margot Robbie, Robert Pattinson... Solo que no son ellos realmente, sino creaciones digitales. Películas como las últimas entregas de Star Wars ya hacían uso de la tecnología para hacer revivir o rejuvenecer a personajes: lo que es innovador es la facilidad que hay actualmente para hacerlo con presupuestos mucho más modestos que los del cine.

También Netflix prepara una incursión en el mundo de los deep fakes. La productora Cuarzo, responsable de La isla de las tentaciones, ha estado grabando en una isla sin especificar la primera temporada de Falso amor, un programa que sigue el ejemplo de su predecesor, en el que varias parejas ponen a prueba su relación sometiéndose a un entorno donde seductores profesionales intentan que cometan una infidelidad. En esta ocasión, sin embargo, la tecnología deep fake permitirá mostrar a las respectivas parejas imágenes de las presuntas canas al aire y el concursante tendrá que decidir si lo que está viendo es real o una creación de ordenador. Hasta ahora, los programas se limitaban a montar con más o menos malicia y manipulación imágenes reales.

Los adelantos tecnológicos desafían el dicho del “ver para creer” y abren la puerta a todo tipo de distorsiones que, en nombre del entretenimiento, pueden pisar líneas rojas. La cultura pop empieza a integrar estos vídeos y la serie de la BBC The Capture, en su segunda temporada, se centra mucho en cómo un deep fake puede perjudicar la vida de alguien, o denigrar su reputación de manera permanente.

En otros casos, sencillamente se juega a provocar la sorpresa, aprovechando la novedad de estos algoritmos. Es lo que pasó en junio en el programa America’s got talent, donde el estudio Metaphysic ofreció una exhibición de deep fakes que culminó con Elvis Presley saltando al escenario (con una imitación vocal también sintética, elaborada por los mismos técnicos que han trabajado para recuperar las voces de Luke Skywalker y Darth Vader en las series televisivas de Star Wars).

Otro género en boga, este ya más específico de las redes, consiste en coger momentos televisivos célebres y aplicar la tecnología deep fake. Uno de los casos más célebres, y divertidos, es la entrevista que el genial imitador Bill Hader protagonizó en el late show de Conan O’Brien, donde ofreció una imitación vocal muy convincente de Al Pacino y Arnold Schwarzenegger. El laboratorio Ctrl+shift+face ha querido ir un paso más allá y ha modificado el vídeo, de forma que el actor no solo clava la voz (como ya hacía en el original), sino que su cara se transforma de manera muy convincente en las de los dos intérpretes imitados.

El deep fake también amenaza con sacudir el mundo de la pornografía, y aquí las líneas legales y morales son todavía más delicadas. Varias compañías se anuncian en webs de vídeos para adultos ofreciendo el servicio de reemplazar cualquier cara de una escena existente por la que le proporcione el usuario. A pesar de que sustituir una cara por otra no sea tan fácil como promete la publicidad, documentales como Deep fake porn: could you be next?, de la BBC, ya exploran esta forma de manipulación, que también puede causar graves problemas a las víctimas que aparecen en uno de estos vídeos sin saberlo, si empieza a circular. Y, mientras tanto, algunas webs se han especializado en ofrecer vídeos con escenas pornográficas en las que las caras han sido sustituidas por celebridades sin su consentimiento.

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