Tecnología

Google no es intocable

La derrota judicial ante Epic Games abre la puerta a nuevas restricciones del lucrativo negocio digital del buscador

Dos pantallas con el videojuego del Fortnite
15/12/2023
5 min

BarcelonaLos gigantes digitales yanquis de alcance global han visto en los últimos años cómo las autoridades europeas iban limitando por la vía de los reglamentos y las sanciones sus abusos en materia de protección de datos y prácticas empresariales monopolísticas. En cambio, a pesar de la gesticulación del gobierno de EE.UU., han vivido relativamente tranquilos en su mercado de origen. Al menos, hasta ahora: el veredicto judicial desfavorable en Google en la demanda presentada por Epic Games apunta hacia nuevos tropiezos de la empresa del buscador web, que también es la principal gestora de publicidad digital del mundo. Todo ello, coincidiendo con una crisis de reputación en su competencia con ChatGPT por la relevancia en el campo de la inteligencia artificial generativa (IAG).

Esta semana un tribunal federal en San Francisco ha dado a Epic Games, el editora del videojuego Fortnite, la razón en los 11 cargos del litigio donde se acusaba a Google de dificultar la competencia en el ecosistema de las aplicaciones para móviles. Tras un mes de audiencias judiciales, los nueve miembros del jurado tardaron menos de tres horas en dictaminar que Google ejerce un doble monopolio mediante la tienda Play Store de aplicaciones para los dispositivos con sistema operativo Android, tanto en la disponibilidad de títulos como en la obligación de usar su sistema de cobro. El juez del caso dictará sentencia en tres semanas y, pese a la apelación de Google, se espera que aplique sanciones ejemplares a la empresa y le obligue a relajar las condiciones que impone a los creadores de aplicaciones para que puedan llegar a los aparatos de los usuarios.

Desde que Fortnite salió al mercado en 2020, Epic se ha quejado de la comisión de que Google se reserva sobre todas las transacciones generadas por la descarga de aplicaciones desde la Play Store y su uso. Estas transacciones van desde el precio de compra de los títulos de pago hasta consumos posteriores como la compra –llamada in-app– de contenido adicional –niveles de juego, nuevos personajes, personalización, eliminación de anuncios– y las suscripciones recurrentes: por ejemplo, si el usuario se abona a una plataforma de vídeo a la carta como Netflix o HBO desde la aplicación móvil, Google se queda una parte de las cuotas mensuales. Estas comisiones varían según el producto o servicio pero alcanzan el 30% del precio nominal y representan para Google unos beneficios anuales de más de 11.000 millones de euros. De ahí que la empresa haga manos y mangas para que todas las operaciones paguen su peaje, hasta el punto de que expulsó Fortnite de la Play Store cuando descubrió que Epic había incorporado a la aplicación un sistema propio para cobrar a los usuarios el contenido adicional. La sentencia judicial podría obligar a Google a admitir sistemas alternativos de cobro en las aplicaciones del catálogo de la Play Store, como ya ocurre en Corea del Sur y pronto también en Europa, en virtud de la reciente Directiva de Mercados Digitales (DMA, por las siglas en inglés).

Cabe decir que el veredicto contra Google ha sorprendido porque va en sentido contrario al de hace dos años, en los que Epic perdió una demanda prácticamente idéntica contra Apple. Curiosamente, el tribunal de ese caso consideró que el fabricante de los iPhones no vulnera la competencia aunque impone las exclusivas de la App Store y su sistema de cobro de forma aún más estricta que Google. De hecho, sin conocimientos técnicos avanzados es prácticamente imposible instalar aplicaciones en un iPhone sin pasar por la App Store, mientras que para los aparatos con Android existen numerosas tiendas alternativas en la Play Store que pueden funcionar en paralelo con ésta, e incluso las aplicaciones se pueden descargar en formato .APK directamente desde la web del desarrollador. Pero incoherencias judiciales las hay en todas partes, se ve.

Sea como fuere, los previsibles cambios forzosos en la distribución y la comercialización de aplicaciones móviles representarán una sacudida para el negocio del duopolio Apple/Google. Un negocio que, según la consultora Sensor Tower, facturará más de 175.000 millones de euros el próximo año y casi 200.000 millones en el 2025.

De todos modos, la importancia de la derrota judicial de Google es que puede acabar marcando la pauta en otros dos procesos judiciales que la empresa tiene en curso, ambos abiertos de oficio por el departamento de Justicia de EE.UU. El primero, en el distrito de Columbia, acusa a Google de abuso de posición dominante para imponer su buscador web –el principal motor de su negocio de publicidad digital– en detrimento de otras opciones. El segundo, en un tribunal del estado de Virginia, acusa a la empresa de prácticas monopolísticas precisamente en su servicio de anuncios digitales. Ambos se empezarán a dirimir en los tribunales durante el próximo año, pero con el veredicto en el caso de Epic se ha declarado abierta la veda contra Google en EEUU. Sin embargo, recordamos que la UE se adelantó: Bruselas acumula ya más de 8.000 millones de euros en multas a la empresa por infracciones en el sistema Android, en la plataforma de comercio electrónico y en el servicio de publicidad digital.

Trapos sucios a la vista

Además de la trascendencia propia del litigio con Epic Games, el procedimiento judicial ha desvelado numerosos documentos que ponen al descubierto la flexibilidad de algunas prácticas comerciales de Google. Por ejemplo: la empresa sólo queda un 4% de las cuotas de suscripción a Spotify contratadas mediante la Play Store; en 2017 ofreció a Netflix rebajar al 10% la comisión por cada nuevo abonado, pero el gigante delstreaming lo rechazó; Google pagó 360 millones de dólares a la empresa de videojuegos Activision Blizzard –ahora propiedad de Microsoft– como incentivo por poner en la Play Store sus títulos para móvil. Incluso la propia Epic recibió de Google una oferta –rechazada– de 147 millones entre 2018 y 2021 para publicar en la Play Store. En sentido contrario, otra revelación judicial que no deja a Epic en muy buen lugar es que la firma sí acepta pagar un 30% de comisión a Sony, Xbox y Nintendo por tener Fortnite en sus respectivas plataformas.

En otro orden de cosas, en el caso Epic contra Google han salido otras cifras que ponen en contexto la magnitud del negocio digital en general y de Google en particular. La empresa ha reconocido que paga a Apple un 36% de lo que ingresa por los anuncios que su buscador web muestra en los iPhones; estos pagos superaron ampliamente los 10.000 millones de dólares sólo durante el año 2022. En la misma línea, Google pagó 8.000 millones de dólares a Samsung entre 2020 y 2023 para que Google, Play Store y Assistant sean el buscador, la tienda de aplicaciones y la ama de llaves digital por omisión en los móviles Galaxy de la coreana.

Crisis de reputación

Sin relación directa con dichos litigios pero coincidiendo en el tiempo, Google afronta estos días una notable crisis de reputación. La empresa acaba de presentar Gemini, su nuevo modelo fundacional de IAG para competir con los GPT de OpenAI. El sistema tiene elementos atractivos: siguiendo los pasos de Samsung, tendrá una versión compacta que funcionará directamente en los teléfonos móviles, y promete algunas mejoras de rendimiento sobre la versión actual de ChatGPT –entendiendo por mejoras unas décimas de punto porcentual en algunas operaciones–. Pero la novedad más relevante es una supuesta capacidad de razonamiento; el problema es que Google lo promocionó con un vídeo falseado, en donde parecía que el usuario le daba instrucciones verbales cuando en realidad sólo leía lo que le escribía a Gemini fuera de imagen. El ansia por recuperar la relevancia pública en el acceso a la información ante la explosión de ChatGPT le ha jugado a Google una mala pasada en el peor momento posible.

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