El horóscopo, el tarot o el vaticinio sobre qué hará Sánchez

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La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? / Los suspiros se escapan de su boca de desove, / que ha perdido la risa, que ha perdido el color”. Esa sonatina de Rubén Darío es el perfecto resumen de determinado periodismo estos días, desde que Pedro Sánchez escribió su nerudiano poema de amor y canción desesperada, todo en uno. Se trata de intentar avanzar qué hará el líder de los socialistas ante esta disyuntiva digna de Hamlet. En El País parece que lo ven magro y es tentador pensar que el titular de portada “El vértigo se apodera del PSOE” insinúa que el diario ha podido acceder a los pensamientos más íntimos de Sánchez y que, como diría Darío, ya no quiere el palacio / ni la rueca de plata. En el Diario de Sevilla también les llega el delicado aroma del adiós: “Se extiende el pesimismo al PSOE ante la eventual dimisión de Sánchez”. En La Razón, en cambio, sugieren de forma meridiana justo lo contrario. Para empezar, hacen una de sus ya pintorescas encuestas exprés, milagrosamente siempre coincidentes con su línea editorial, en la que se dice que el 59,5% de los españoles considera que debería dimitir. Pero el título de la editorial contiene la premonición que el presidente español les decepcionará: “Piden que dimita, pero saben que no lo hará”.

Pedro Sánchez el miércoles en el Congreso.

Periodismo de compás de espera, periodismo de bola de cristal, periodismo de leer el marrón del café. Para la caverna, uno win-win de manual. Si Sánchez se va, habrá triunfado el bandolerismo mediático. Si se queda, le llamarán (todavía más) el nombre del cerdo. Y, como ésta es una columna de opinión y no de información, me atrevo a decir que Sánchez se queda, porque su principal responsabilidad no es con el gobierno, sino con un sistema mediático carcomido al que no se le debería conceder esta victoria –si su esposa es inocente– y dejar que asiente un peligroso precedente.

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