Si le gustó 'Nada' y 'El encargado'...

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Una imagen de la serie

La tripleta de creadores argentinos formada por los hermanos Gastón y Andrés Duprat y Mariano Cohn nos están proporcionando unas series espléndidas, con sentido del humor y con la habilidad para retratar la condición humana conectada a la inercia de los tiempos que corren. Después de Nada y El encargado (ambas en Disney+), ahora han creado para Movistar+ la magnífica Bellas artes. Al igual que las anteriores, el protagonista es un hombre maduro y malhumorado, superado por las transformaciones sociales, que se sirve de la experiencia y el ingenio para subsistir.

A Bellas artes la figura central es Antonio Dumas (Óscar Martínez), un célebre gestor cultural e historiador del arte que, contra todo pronóstico, logra el cargo por dirigir el Mideam, el Museo Iberoamericano de Arte Moderno de Madrid. En los primeros minutos de la serie veremos cómo se disputa la plaza con dos candidatas mucho más jóvenes que él, una mujer racializada y una persona no binaria. “Soy hombre, soy blanco, de ascendencia europea y… heterosexual. Conclusión, cualquiera de las dos sería una opción menos arriesgada y más conservadora”, se limita a decir cuándo debe venderse ante el jurado que debe tomar la decisión. Un discurso manipulador que le lleva a ganar el cargo, haciendo evidente que, sin embargo, el privilegio sigue en manos de los de siempre.

Bellas artes es una serie que refleja un montón de circunstancias que definen la actualidad. Por un lado, es una sátira sobre el arte contemporáneo, sus artistas y sus creaciones, pero también sobre la impostura que le rodea. También integra en las tramas el activismo cultural, las protestas feministas y medioambientales que utilizan los actos vandálicos como reclamo y las estrategias de cancelación para mostrar sus aristas. Es una crítica mordaz a la gestión pública, al talante de los cargos de responsabilidad, a sus inercias conservadoras y, sobre todo, a la corrección política que se impone gracias al miedo al escándalo más que a través del convencimiento moral . Pero por otro, también muestra ciertas contradicciones. Es un retrato indulgente (incluso un homenaje) a una masculinidad caduca, alimentada a través de privilegios, que detecta que su estatus se tambalea y se esfuerza por seguir imponiendo su criterio, con la posibilidad de caer en el patetismo. Bellas artes refleja todo lo que ocurre entre las paredes del imponente museo: protestas sindicales, presiones políticas, boicots, nepotismo y tráfico de influencias, performances, tomas de pelo artísticas, problemas de vanidad, luchas de poder y tensiones con el ministerio. Sin embargo, más que una reflexión elevada sobre el arte es más bien una utilización de la cultura como material para la comedia.

La serie juega con la arquitectura contemporánea del edificio para representar el peso simbólico de la cultura y la intelectualidad, pero, a su vez, se convierte en un recipiente de situaciones cómicas e inauditas absolutamente miserables que tienen en ver con las emociones y los instintos más elementales.

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