Un momento del sketch del Polonia
Periodista i crítica de televisió
2 min

El Ayuntamiento de Barcelona acaba de publicar la encuesta sobre el sector de la restauración que pone de manifiesto la situación dramática del catalán. Solo el 52,4% de los trabajadores de bares y restaurantes de Barcelona hablan la lengua catalana, el menor porcentaje de la última década. Y el personal que no entiende el catalán alcanzó el 24%, tres puntos más que el año pasado. La publicación de estos resultados alarmantes ha coincidido con uno de los sketches musicales del Polonia, que la noche antes arrancaba su vigésima primera temporada. En una cafetería, uno de los personajes pedía un café con leche y, tras la aparente diligencia del camarero al tomar el pedido, empezaba la versión delHallelujah de Leonard Cohen. El cliente, admirado por la buena predisposición, cantaba agradecido: "He pedido un café con leche y no me ha dicho ¿que deseara qué?" y toda la clientela entonaba a la vez: "Un sitio de Barna que no es para expados!" Aprovechando aquel espejismo, otro pedía un pan con tomate con jamón porque "ya estoy harto de huevos Benedict". Otra pedía de postre dos bolas de fresa. Y después del emocionado corazón conjunto del "Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya...Aquí tiene el café cono 'yel'. Y el pan con tomate y un pincel" ofreciendo un puré de tomate con una tacita para esparcir la pasta sobre el bocadillo. En vez del helado de fresa llevaba una botella de Kombutxa. "¡Y yo que me hacía ilusiones! ¡Que entiendan catalán en Cataluña!", lamentan a la vez los clientes. El camarero, que parece el dueño del negocio, responde con sarcasmo: "¡Qué bogeria! ¡Qué bogeria! ¡Catalán en Cataluña!El sketch no se limita al drama y tiene un giro final donde también se hace referencia a la facilidad con la que a menudo cambiamos al castellano en buena parte de estos establecimientos. Polonia para reflejar la realidad político-social del país y sus grietas. Quizás el primer capítulo era poco incisivo teniendo en cuenta la actualidad. Y los sketches de fútbol parecen unas dosis del Crackòvia para rehuir tensiones políticas.

El Polonia es un emblema de la televisión pública, y, en una época en la que vemos las presiones sobre los humoristas norteamericanos y su influencia a la hora de analizar la realidad en un momento tan crítico, debemos esperar a que el programa de sátira política se mantenga oportuno, valiente y mordaz. Los programas de entretenimiento que de momento ha estrenado TV3 esta temporada son insustanciales yEstá pasando parece haber perdido la mirada periodística. A ver si el Polonia, con la fuerza que dan las veintiuna temporadas y la institución televisiva que representa, es capaz de sostener un poco la audacia.

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