Periodismo para no periodistas (6): sin respuestas también se puede

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Una de las normas básicas del periodismo es mantener la distancia con sus fuentes. Emmanuel Carrère triunfa, en el fondo, porque sabe romper ese precepto. Y no es fácil hacerlo sin caer en el abismo de la cursilería, el ridículo o, peor, la deshonestidad. D13 (Anagrama) es la crónica judicial sobre los atentados terroristas de París (el del Bataclan, pero también los otros de ese día). El novelista aprovecha su condición de liberado por tener la mirada más amplia y comprensiva posible. En ambas acepciones del término: querer abarcarlo todo y también entender las motivaciones incluso de quien más repulsa causa. En uno de los pasajes, el autor cita a Spinoza y recuerda aquello de no juzgar, no deplorar, no indignarse, sólo comprender. Así, asume la rabia de quien clama venganza. Pero también puede sentirse cercano a los terroristas e intentar ver qué factores llevan a una persona a tomar unas decisiones tan contrarias al consenso social como ejercer esta horripilante violencia indiscriminada.

Emmanuel Carrère.

El otro precepto que se salta Carrère es el de mantenerse al margen de la narración de los hechos, en aras de la (presunta) objetividad. El francés siempre es un personaje en sus libros. Seductor, presumido, estimulante y charmante. De nuevo, podría resultar empalagoso, si no fuera que ejerce un control sobre el relato tan férreo que esta presencia acaba deslizándose con suavidad por la crónica y ayuda a canalizar las distintas corrientes de empatía. Ante un atentado que deja docenas de muertes, es inevitable formularse una serie de porqués. Carrère no les responde –¿por qué el principal acusado no detonó su cinturón de explosivos?–, pero sabe formular como nadie las preguntas y perfilar los vacíos que cada uno llenará, de acuerdo a su conciencia.

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