Sánchez como personaje de Mortadelo y Filemón
En La Razón están contentos, gozosos, exultantes. Han accedido a un informe (o sea: se lo han pasado para que lo filtren) sobre las tramas que afectan al PSOE y se ve que se describe a Pedro Sánchez como "escurridizo", palabra que dejo en versión original porque traducirla le haría perder la sonoridad, propia de los muñecos del añorado Francisco Ibáñez. Tras Chapeau el Esmirriau, llega Sánchez el Escurridizo. Espero que entre ambos encuentren el sulfato atómico, córcholis! La tremenda revelación del carácter anguloso del presidente español merecía honores nada menos que de subtítulo de portada cuando su trascendencia es exactamente cero. Ahora me da pereza repasar el Código Penal, pero diría que no ha tipificado ningún delito deescurridez o escurridiz (escurridiz, en Madrid). Se trata de esparcir la sospecha de que Sánchez es un delincuente al que todavía no se le ha atrapado por sus habilidades esquivatorias, pero un diario debería centrarse en imputaciones, al menos factuales, al menos con unas gotas más de sustancia. Además, cuanto más hiel, mejor lo logra, así que la estrategia no sólo es miserable, sino miope.
Y el caso es que al día siguiente volvían. El titular de primera página era "Un informe vincula el espionaje en saunas a la lucha antiseparatistas", que era un combo irresistible, y de nuevo dedicaban un subtítulo a la esparcida de abono: "El presidente, al que tachan de «trepa», conocía las grabaciones y las utilizó para ascender en el partido". Ambas portadas coinciden en dos cosas: retratan un enfangamiento de la política tonta, como de una película de Berlanga, pero en malo, y encima todas estas consideraciones morales se hacen sin explicar quién las está emitiendo, paso imprescindible para poder calibrarlas. Todo esto hace pensar en una fórmula periodística propia del doctor Bacteri, francamente.