Crítica de serie

'El quinto mandamiento', en Filmin: no se fíe de las personas demasiado encantadoras

Una conmovedora serie británica inspirada en unos crímenes reales que honra como pocas a las víctimas

3 min
Timothy Spall en la serie 'El quinto mandamiento'.
  • Sarah Phelps para la BBC One
  • En emisión en VOSC en Filmin

El primer episodio de El quinto mandamiento es de lo mejor que podremos ver este año. Esta producción de la BBC se inspira, como tantas, en un crimen real. El asesinato en el pueblo de Maids Moreton, en Buckinghamshire (Inglaterra), de dos personas: el profesor Peter Farquhar y la directora de escuela jubilada Ann Moore-Martin, vecinos pero sin más relación entre ellos. La serie informa de este hecho desde el principio. Sabemos, por tanto, cuál es el destino del protagonista en cuanto se nos presenta. Y ahí radica la singularidad de esta miniserie británica. Si muchos true crimes, tanto de documental como de ficción, reducen a las víctimas a esta condición y, muchas veces, las arrinconan ante la fascinación por la figura del asesino, El quinto mandamiento dibuja el perfil de Peter Farquhar, profesor de inglés, cristiano devoto y homosexual que se había impuesto vivir como célibe por compromiso con su fe, con una profundidad psicológica y un cuidado por los matices como rara vez encuentras en las series televisivas. El poder del personaje viene dado también por cómo lo encarna Timothy Spall, un portento de la interpretación británica al que recordamos por varios filmes de Mike Leigh como Secretos y mentiras (1996) y Mr. Turner (2014), que le otorga una interioridad conmovedora.

Sin llegar a ser tan magistral, el segundo episodio, dedicado a Ann Moore-Martin (Anne Reid, una histórica de la televisión británica), corrobora el principal acierto de El quinto mandamiento. Nos encontramos ante dos víctimas que coinciden en vivir solas y ser mayores, y que acaban seducidas por un hombre más joven que las convence de que se ha enamorado de ellos para que cambien sus respectivos testamentos a su favor. Dos personajes que podían haber quedado reducidos a cierta caricatura u observados desde la condescendencia. En cambio, la serie opta por una aproximación sobria, respetuosa y minorista que celebra Farquhar y Moore-Martin por su vida y su personalidad, más allá de su destino final. Quizás se eche en falta que nos expliquen tan bien a la antigua maestra como hacen con el profesor. En el caso de Ann, la serie opta por poner de manifiesto la huella que la protagonista deja en el mundo a través del personaje de su sobrina, Ann-Marie (Annabel Scholey), representante de cómo las violencias de este tipo resuenan de forma dolorosa también en las familias de las víctimas.

El contrapunto es Ben, el asesino, al que da vida con perturbadora contundencia el actor irlandés Éanna Hardwicke. La serie despliega a la perfección el mecanismo de funcionamiento de una personalidad psicópata y narcisista, la de alguien capaz de actuar como la persona más encantadora del mundo para convencer a dos almas solitarias, inteligentes y sensibles, que por fin han encontrado el amor de sus vidas.

A lo largo de cuatro capítulos, cada uno dedicado a una etapa concreta del caso (ambos crímenes, la investigación para atrapar al culpable y el juicio), El quinto mandamiento demuestra que se puede llevar a cabo un true crime de ficción desde un registro sobrio y con la voluntad final de recordar a las víctimas honrándolas en su complejidad. Y sin perder ni un momento esa tensión que atrapa a la audiencia. La serie, por cierto, sirve también para profundizar en particularidades de las prácticas evangélicas, no solo a través de la trama. El título en inglés es The sixth commandment, porque algunas tradiciones no católicas sitúan al "no matarás" en otro orden dentro de los mandamientos.

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