Crítica de serie

La serie inspirada en Shakira que no va sobre Shakira

Más que convincente, 'Celeste' propone una ficción atractiva sobre la profesión más odiada

La actriz Carmen Machi en la serie 'Celeste'.
3 min
  • De Diego San José para Movistar Plus+
  • En emisión en Movistar Plus+

"Las facturas no mienten", afirma Sara (Carmen Machi), la protagonista de Celeste, convencida de que estos papeles desvelan más de las personas que un perfil psicológico. El personaje que centra la nueva serie de Diego San José es una inspectora de Hacienda a punto de prejubilarse que cumple con la imagen más arquetípica de ese tipo de funcionario. A primera vista, dentro de un espectro de grises, encarna el gris más extremo, la mujer sin ningún atractivo aparente que abraza la rutina de su vida amodorrada. Sara tiene tan poco carisma que ni siquiera inspira el nombre de la serie que protagoniza.

En el primer episodio de los seis que conforman esta producción de Movistar Plus+ sólo parece entusiasmarse cuando comenta con un compañero de trabajo el libro sobre derecho tributario que ella misma escribió hace años. Pero tras la grisura aparente, Sara es una crack en su territorio. Hasta el punto de que su jefe le propone un último trabajo antes de que se retire definitivamente. Investigar a la Celeste del título, una cantante mexicana de fama mundial que mantiene una relación con un joven empresario español. Hacienda sospecha que la estrella internacional reside en el Estado pero no lo declara para no pagar los impuestos correspondientes. A Sara le tocará demostrar que el artista habría pasado al menos 184 días en España, y por tanto le corresponde la misma obligación tributaria que a cualquier otro ciudadano.

Con un punto de partida que recuerda inevitablemente el caso Shakira, sin embargo, Celeste no pretende ser una dramatización del supuesto fraude cometido por la cantante colombiana, asunto ya archivado por la justicia. Al contrario, la serie sigue el patrón tan visto en las ficciones policiales en torno a un agente a punto de terminar su trayectoria profesional que tiene la oportunidad de resolver un último crimen sonado, que además le resarce de un fracaso anterior que todavía le cuece. En el caso de Sara, la espinita clavada es una investigación a un deportista famoso, un tal Figueroa, que se fue al traste.

San José asume el reto de convertir una figura aburrida en el motor de una investigación emocionante. Responsable de series como Vota Juan, el creador consigue un equilibrio de tonos nada fácil de alcanzar. Sara no rompe en ningún momento su rol de inspectora de Hacienda perfectamente preparada, pero a través de la investigación y de todo lo que remueve se va desvelando una mujer con más complejidades de las aparentes. Asimismo, San José aprovecha para poner sobre la mesa las contradicciones que tenemos como sociedad que odia a Hacienda pero no quiere renunciar al estado del bienestar.

Esta paradoja también se trabaja desde el contraste entre la mujer madura pero responsable que, sin embargo, genera cierto rechazo a su entorno y la famosa que despierta la adoración de millones de personas a pesar de ser una estafadora. La serie intenta entender sin aleccionar ni justificar por qué la gente corriente prefiere una celebridad que le roba a una persona corriente que trabaja para garantizar el funcionamiento de las administraciones públicas que les hacen la vida más fácil. A la finura de la escritura de San José, Oriol Puig y Daniel Castro hay que sumar el buen trabajo de Elena Trapé en la realización y acierto de todos los intérpretes, no solo Carmen Machi, sino también secundarios espléndidos como Manolo Solo.

Quentin Tarantino se marcó un punto cuando, tras firmar la película más cool de los años noventa, Pulp fiction, decidió otorgar el protagonismo de su siguiente largometraje a una señora de mediana edad afrodescendiente. En cierto modo y desde otro registro, Celeste podría ser la Jackie Brown de Diego San José.

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