El efecto 'Doctor Martin': ¿por qué nos enganchan tanto las series de médicos?
Los dramas médicos son un clásico de la ficción televisiva y cada año se estrenan nuevos ejemplos
BarcelonaEste verano el gran éxito de TV3 ha sido Doctor Martin, la serie encargada de sustituir al Como si fuera ayer. Aunque hace 20 años que se estrenó en Reino Unido, esto no ha impedido que cada tarde los catalanes estuvieran enganchados a las aventuras del malcarado doctor Martin, que se instala en una pequeña población de Cornualles tras desarrollar una fobia en la sangre que le impide continuar con su carrera de brillante cirujano en Londres. Tampoco le ha jugado en contra de que hace años se hiciera una adaptación española llamada Doctor Mateo, que pudo verse en Antena 3 entre 2009 y 2011.
El fenómeno de Doctor Martin no es algo aislado. Por norma general, las series médicas, un género especialmente longevo en la televisión, casi siempre triunfan. En los últimos días se ha podido volver a constatar con Respira, el drama médico español de Netflix que lleva cuatro semanas en la lista de la plataforma de las series de habla no inglesa más vistas en todo el mundo. El mismo servicio de estríming ha incorporado esta semana a la estadounidense The resident, que tiene seis temporadas y que también se ha hecho un agujero en el ranking de lo más visto en España.
"En las series médicas hay una variedad de historias, de sufrimiento y de dolor físico, que todos hemos experimentado. Todos hemos pasado alguna vez por un hospital ya todos nos interesa qué hacer con el dolor", explica la psicóloga y profesora de bioética en la Facultad de Medicina de la UVic-UCC Irene Cambra, que ha dedicado su investigación al estudio de las series de médicos. Para ella, son una especie de ficciones "necesarias para poder empatizar". "Una de las riquezas de las series médicas es que tenemos una gran variedad de perspectivas. No sólo tenemos la visión del médico, también tenemos la del paciente, la del familiar que acompaña al proceso de enfermedad o curación. Todas estas perspectivas, más la intriga científica, hacen que sean muy interesantes", añade.
Más allá de la diversidad de historias, las series médicas también muestran diversidad de profesionales. El doctor Martin es un médico de familia en un entorno rural, como lo era también el protagonista de Doctor en Alaska. En cambio, en Urgencias se veía el día a día de un equipo de un servicio de urgencias ya Anatomía de Grey de un equipo de cirujanos. A pesar de dedicarse a ámbitos muy diferentes, todos tienen el mismo objetivo: cuidar de los pacientes y reconfortarlos en un momento especialmente vulnerables.
Del médico héroe al antihéroe
En televisión, los primeros dramas médicos empezaron en la década de los 50, pero su popularidad estalló en los años 60 con series como Centro médico y su amado protagonista, el doctor Gannon. En Cataluña en los años 70 triunfó Doctor Caparrós. En los 80 causó furor A corazón abierto. En todas estas ficciones se hacía un retrato del médico como personaje heroico. "Eran siempre hombres muy empáticos, de unos 40 o 50 años. Eran los médicos héroes porque todo lo hacían bien", dice Cambra.
Esta caracterización, sin embargo, fue cambiando con el tiempo y dio paso a retratos más complejos. "A Urgencias, por ejemplo, se exploraba por primera vez los problemas de las relaciones interpersonales y se evidenciaba que no todo el mundo era un buen médico, que no todo el mundo podía trabajar en equipo, que no todo el mundo lo hacía todo siempre bien", recuerda la profesora. A partir de la serie protagonizada por George Clooney, la caracterización que se hacía de los médicos evolucionó hasta dar paso a la figura del "médico antihéroe", una definición que encaja con los profesionales de House, Nip/Tuck o Scrubs. "Son series que nos plantean dudas, como «¿Se puede ser un buen médico si no se tiene empatía?» Es una pregunta que nos interesa porqué todos hemos ido al médico ya todos nos gusta un tipo de trato determinado", argumenta Cambra.
Los dramas médicos suelen tener muchos fans, pero también algunos fuertes detractores; a menudo la propia profesión médica, que considera que son ficciones poco realistas. "Es evidente que es una visión dramatizada de la profesión y que los tiempos de la ficción no son los mismos que la realidad. En tres días no haces entrevistas, un diagnóstico, un tratamiento y tienes resultados de esos tratamientos", remarca la profesora , que señala que en muchas ocasiones las series invisibilizan la enfermería y otras profesiones del entorno sanitario.
A pesar del alto porcentaje de ficción de los dramas médicos, Cámara defiende que son herramientas útiles para el aprendizaje de los médicos y detalla que como profesora de bioética ha utilizado muchos de los casos que aparecen en series para plantear debates a los alumnos de medicina de sexto curso. Eso sí, previamente hace un "contrato de ficción" con los alumnos para que pasen por encima de las inverosímiles que detecten. "Creo que es muy interesante para el público ver cómo los profesionales sanitarios también tienen conflictos éticos y dudas, que en muchas ocasiones no saben qué hacer", remarca.