El martes por la noche, Pedro Sánchez culminó su jornada estelar con una entrevista en el Telediario de La 1. Él mismo explicó, en una de sus respuestas, que había querido dar prioridad al servicio público. Una lástima que, a la hora de realizar debates electorales, no se tenga la misma consideración. Según ha informado el propio Xabier Fortes en la red X, ese mediodía supieron que se les concedía la entrevista y él y Marta Carazo, la presentadora del Telediario, la prepararon conjuntamente cuatro horas antes de la emisión. Fueron cuarenta minutos de entrevista y diecinueve preguntas. Un ejercicio periodístico perfectamente asumible por un único presentador. La dupla de periodistas sólo complica la dinámica y ablanda la tensión dialéctica que requiere toda entrevista a un presidente del gobierno. En algunos momentos se vio a Fortes haciendo señales con la mano a su compañera para que interviniera. Y, a veces, a Marta Carazo le costó interrumpir o repreguntar a Sánchez porque carecía de contacto visual con el invitado. Poder mantenerlo en todo momento es importantísimo para garantizar al máximo su efectividad comunicativa.
Pedro Sánchez utilizó su táctica habitual: alargar al máximo las respuestas. Dado que el tiempo es limitado, esto reduce la cantidad de preguntas y dificulta las interrupciones. Fue la estrategia utilizada para triturar a Pablo Motos en la entrevista que le hizo durante la campaña por las últimas elecciones españolas. Un 42% de las preguntas obtuvieron respuestas de dos o más minutos. Incluso hubo tres minutos de duración. Se hizo evidente la desazón de Xabier Fortes, que se impacientaba porque retrasaba la dinámica. Tras una tanda inicial de cinco respuestas larguísimas, lograron interrumpirle para repreguntar y agilizar la entrevista. Conscientes de la contrarreloj, cuanto más se avecinaba el final del programa, más tuvieron que esforzarse en frenar la retórica. Las preguntas fueron acertadas y suficientemente concretas para que las fintas de Sánchez se hicieran evidentes, sobre todo al preguntarle si llamaría a Feijóo después de que él también hubiera acusado a su esposa de unos hechos que habían resultado falsos. Carazo tocó un punto delicado cuando le preguntó si pensaba regular el papel del o la consorte de los presidentes y si esta posible regulación incluiría que la pareja del presidente pudiera firmar una carta de recomendación para recibir una ayuda pública.
Realización iba haciendo planos detalle de las manos del presidente y enfilando la imagen hasta el primer plano de Sánchez. Un recurso visual algo caduco que servía para potenciar el carácter emocional de estos días. Sin embargo, a la entrevista le faltó tensión periodística a la altura del impacto social que la ha motivado. ERC y PP han denunciado a la Junta Electoral que, durante la campaña en Catalunya, Sánchez se prodigue en entrevistas a los medios y más a la televisión pública. Si bien hacían falta explicaciones del presidente español sobre su creatividad política y es legítimo que la televisión pública quisiera hacerla, es obvio que la entrevista es la guinda, el colmo, de una estrategia electoral como una casa de payés.