Cinco soluciones para adaptarnos al futuro climático
Sistemas de alerta eficientes, reforestación o ciudades esponja, algunas de las medidas que ya se están tomando contra las catástrofes climáticas
BarcelonaOleadas de calor, tormentas, inundaciones, ciclones... Las catástrofes climáticas son cada vez más frecuentes y más intensas, y lo serán aún más en el futuro a medida que sube la temperatura global. Por eso, ya no basta sólo con reducir las emisiones que provocan este calentamiento, sino que son necesarias medidas de adaptación a las nuevas realidades climáticas de cada región del mundo. Algunos países y ciudades ya lo están haciendo y aquí recogemos algunos ejemplos.
Sistemas de alerta: Bangladesh
"El año pasado durante las graves inundaciones en Alemania, Bangladesh ofreció su ayuda sobre cómo evacuar escalonadamente a la población", explica Patrick Verkooijen, que dirige el Centro Global de Adaptación, que apuesta por aprender de la experiencia de los países del sur que desgraciadamente están más expuestos desde hace tiempo a estas catástrofes. El caso de Bangladesh, de hecho, demuestra el poder de una de las principales herramientas de adaptación a los eventos climáticos extremos como los ciclones que azotan cada año la costa del país. Estudios demostraron que un aviso a la población con 24 horas de antelación, tanto en caso de tormenta como de ola de calor, reduce los daños en un 30%, según la ONU. Bangladesh ha modernizado en los últimos años sus sistemas de alerta, involucrando a administraciones locales, líderes comunitarios y organizaciones sobre el terreno, para poder evacuar rápidamente a la población. Las autoridades del país reciben actualizaciones meteorológicas minuto a minuto de estaciones meteorológicas propias y de los satélites de EE.UU. y Japón. En cuanto detectan un ciclón avisan a la población, también a través de los medios de comunicación. También han desarrollado unos planes de evacuación rápida y han construido refugios, terraplenes en las costas y han reforestado zonas costeras para contener el agua. Con todo, las muertes por ciclones en Bangladesh han pasado de 500.000 en 1970 a poco más de 4.000 en 2007 y sólo decenas en el último año.
La degradación del suelo, la sequía y la desertificación contribuyen a realizar las inundaciones más peligrosas, porque la tierra no tiene capacidad de retener el agua. La falta de bosque también contribuye a las sequías, porque el 40% de la lluvia procede del ciclo corto del agua, que va de las plantas a la atmósfera. Por eso, la reforestación y regeneración de los ecosistemas perdidos es una herramienta muy potente para evitar catástrofes, a la vez que contribuye a reducir el CO₂ en la atmósfera. Una de las experiencias más extraordinarias en este campo es la que se ha hecho en China, en concreto en la meseta de Loess. Esta zona norteña del país, del tamaño de Francia, estaba totalmente degradada en los años 90 y el desierto avanzaba inexorablemente. El gobierno chino decidió hacer caso de la propuesta de un grupo de científicos y ofreció ayudas a los agricultores de la zona para que cambiaran los cultivos por bosques y ayudaran a replantar la vegetación autóctona. Veinte años después, la zona se ha convertido en un valle verde y productivo, y uno de los principales ejemplos de restauración de los ecosistemas que combate tanto la desertificación como el impacto de las tormentas. Son las llamadas "soluciones basadas en la naturaleza" contra la crisis climática.
Ciudades esponja: Berlín
Una ciudad esponja es un modelo de construcción urbana con gran cantidad de espacios verdes para absorber el agua de lluvia, pero también con sistemas de drenaje y zonas permeables que evitan la acumulación de agua en superficies duras. Desde Shanghai hasta Nueva York, Cardiff o Esmirna, cada vez más ciudades adoptan el modelo, conscientes de que la preeminencia del hormigón y el cemento en las urbes actuales no sólo recalenta el espacio por encima de la media sino que provoca inundaciones, porque no deja penetrar el agua de la lluvia en la tierra. Un gran ejemplo es Berlín, que desde 2007 ha ido liberando espacio para utilizarlo como capa de absorción, además de construir cubiertas verdes y jardines verticales.
Infraestructura resiliente: casas flotantes y plazas de agua en Rotterdam
Cada vez más, es necesario tener en cuenta los impactos climáticos previsibles en cada zona del mundo a la hora de escoger los materiales, el diseño e incluso la orientación de los edificios e infraestructuras. Pueden hacerse más frescos, y rodeados de árboles altos, para resistir las olas de calor; con materiales ignífugos y techos metálicos para resistir mejor a los incendios; elevados en plataformas y evitando a todas luces los antiguos torrentes, para evitar inundaciones; o con revestimientos resistentes a las fuertes tormentas. Carreteras, puentes y líneas eléctricas pueden construirse de forma que puedan soportar el impacto de los futuros eventos climáticos extremos: el 88% de los costes de adaptación globales vendrán de la infraestructura, según la ONU. Un ejemplo de edificio adaptado al futuro climático es precisamente la casa flotante que alberga la sede del Centro Global de Adaptación, en Rotterdam, los Países Bajos. Además de ser neutro en carbono, está elevado para resistir a subidas de la marea o del futuro nivel del mar, con el tejado de placas solares que canalizan al mismo tiempo el agua de la lluvia. En la misma ciudad, hay también una plaza conocida como la plaza del Agua, con tres piscinas en el centro que concentran el agua de la lluvia cuando cae con fuerza, pero que se utilizan de pista de deportes y parque cuando están secas.
Traslado de ciudades: el proyecto dudoso de Yakarta
Algunas ciudades y pueblos costeros no podrán sobrevivir a la subida del nivel del mar y al impacto constante de tormentas e inundaciones. La única solución en muchos casos es marcharse. Y esto ya ocurre en muchos lugares del mundo, desde Alaska hasta las islas del Pacífico. Es el caso también de la capital de Indonesia, la superpoblada Yakarta, que es una de las ciudades del mundo que más rápidamente se está hundiendo bajo el agua. Con la subida del nivel del mar y las constantes inundaciones, se calcula que puede estar totalmente sumergida en el 2050. El presidente Joko Widodo, que dejó el poder el año pasado, aprobó el plan para trasladar la capital de sitio, en concreto en Nusantara, que está en la isla de Borneo, mil kilómetros al norte de la actual capital, en la isla de Java. El proyecto costará 35.000 millones y no está exento de polémica porque prevé urbanizar una zona verde clave para la biodiversidad del sistema –Widodo anunció que sería una ciudad verde y cero emisiones, pero le hace falta inversión–, por lo que podría acabar siendo una de las llamadas maladaptaciones: medidas de adaptación que duelen más que bien.