Crisis climática

La era del petróleo no volverá, a pesar de Trump

El regreso del negacionismo a la Casa Blanca ralentizará la lucha climática en el peor momento, pero no la detendrá

La retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París ralentizará la lucha contra la crisis climática, pero no la detiene.
Crisis climática
25/01/2025
7 min
Dosier Clima: la crisis en la que no cree Trump 4 articles

BarcelonaEs la segunda vez que Donald Trump retira Estados Unidos del Acuerdo de París contra la crisis climática. Pero esta vez se dan algunas diferencias importantes. Para empezar, el desacomplejamiento total en el negacionismo climático es mucho mayor en esta segunda administración de Trump: no ha esperado unos meses a decidir qué hace, como en 2017, sino que ha firmado la retirada en su primer día y la ha acompañado de una política agresiva, ejemplificada en su "Perfora, niña perfora" (el ya famoso "Drill, baby, drill"), para potenciar de nuevo los combustibles fósiles. ¿Ha vuelto la era del petróleo?

La respuesta simple, según los expertos, es no. Pero eso no significar que no haya peligros. "Algo que ha cambiado en comparación con 2017 es que la economía limpia ha avanzado mucho: China ahora ve que es en su mayor interés económico y de seguridad producir tecnología limpia, y no se desviará en este curso, algo sobre lo que había muchas dudas hace ocho años", dice Linda Kalcher, directora del think tank europeo Strategic Perspectives. Sin embargo, Kalcher admite que la Unión Europea comprará más gas en Estados Unidos "temporalmente", para evitar los aranceles con los que Trump la ha amenazado si no lo hace. "Pero mientras sea para sustituir la pérdida de gas ruso –opina Kalcher–, ese gas que vendrá de EEUU es un mal menor".

La experta también defiende la "resiliencia" que el Acuerdo de París ya demostró durante los años que Estados Unidos lo abandonó. Olga Alcaraz, del Grupo de Gobernanza por el Cambio Climático de la UPC, también destaca que en esos años la negociación del pacto siguió su ritmo habitual. "El proceso de la Convención [de la ONU contra el cambio climático, UNFCCC] es tan lento y tan poco eficiente que el hecho de que Estados Unidos esté o no se nota demasiado a nivel práctico", dice. Si bien el discurso de las administraciones Obama y Biden mostraba cierto "liderazgo" en la lucha climática, "en la toma de decisiones" en las negociaciones climáticas de la ONU tampoco eran "excesivamente progresistas", dice Alcaraz. Y lo mismo en cuanto a la financiación climática, que se está negociando para ayudar a las naciones más pobres y vulnerables del mundo ante la crisis climática: los Estados Unidos de Joe Biden también obstaculizaban aquella discusión.

Donald Trump firmando las primeras órdenes ejecutivas.
Perforaciones petroleras.

En la próxima cumbre COP30, que se celebra a finales de año en Brasil, Estados Unidos todavía estará como miembro de la UNFCCC, pero no participará –o sólo como observador– en las negociaciones para implementar el Acuerdo de París. "Lo que sí hace esto es ralentizar la ambición del resto de países, que ven que la primera potencia mundial se va", apunta Alcaraz. Este 2025 todos los estados deben presentar nuevos planes de reducción de emisiones frente a la ONU, y deben ser más ambiciosos que los anteriores. Estados Unidos no lo hará, y muchos países pueden tender a pensar que si el segundo principal emisor abdica de su responsabilidad, ¿por qué no deben hacerlo ellos lo mismo?. Sin embargo, muchos expertos, como Kalcher o como el director del Cidob, Pol Morillas, confían en que China, que ya es líder mundial en renovables y en coches eléctricos, coja el liderazgo y supla la falta de empuje estadounidense en las negociaciones. "En la cumbre de Bakú el año pasado, la COP29, ya se le vio una actitud más constructiva", apunta Kalcher.

La gran inversión climática de Biden se notará "en los próximos diez años"

"La descarbonización mundial es inevitable. Lo que estamos intentando es que se acelere lo más rápidamente posible. Trump quizá la desacelere un poco, pero la dirección en la que vamos está fijada y va mucho más allá de cualquier política concreta del mundo, incluso la del país económicamente más poderoso", sostiene el director del Global Carbon Project, Pep Canadell. Las emisiones globales de CO2 subieron un poco durante la primera presidencia de Trump y rompieron el estancamiento de cinco años que llevaban, pero si se miran los datos en detalle se constata que esa subida vino de China: las emisiones estadounidenses no subieron.

Ahora, Trump ha revocado el compromiso de Biden de reducir las emisiones de Estados Unidos un 66% en el 2035, y ha anunciado que desmantelará el mayor paquete climático de la historia, aprobado por el presidente demócrata. Pero el 90% de los fondos de este paquete (conocido como IRA por su nombre, Inflation Reduction Act) ya están asignados, y Canadell asegura que esta gran inversión se verá reflejada en la gráfica de emisiones mundiales “en los próximos diez años".

"Pero lo que debemos tener claro es que ganar la lucha contra el cambio climático tarde es perderla, porque es una lucha contra reloj", remarca Alcaraz. Porque existe otra diferencia con la primera administración de Trump, en este caso muy preocupante, y es que llega cuando el mundo ya ha superado por primera vez el umbral de los 1,5 °C de calentamiento global, mucho antes del esperado. Los científicos climáticos de la ONU advierten desde hace tiempo que la ventana de oportunidad para evitar el desastre se cerraría en el 2030: tenemos cinco años para reducir las emisiones drásticamente, y en este lustro clave la primera potencia mundial apuesta de nuevo por el petróleo y el gas.

Estados, ciudades y empresas prometen compensar el negacionismo de Trump

Pero dentro de Estados Unidos, Trump encontrará resistencia. Varios estados demócratas ya han anunciado que suplirán la revocación del paquete de Biden con sus propios incentivos a las renovables y coches eléctricos, para mantener viva la transición energética en Estados Unidos. "De hecho, esta obsesión de Trump con los combustibles fósiles a quién hará daño es a los trabajadores de cuello azul, la misma gente que le ha votado", apunta Kalcher, en alusión a los nuevos proyectos de tecnología verde que estaban en marcha y que debían crear millones de puestos de trabajo, y a la reconversión del sector del automóvil, que también estaba cogiendo empuje y elevando la mano de obra en el sector, con cifras récord de producción y venta de coches eléctricos en 2024, aunque todavía sean sólo un 8% del total, según el informe 2024 de Cox Automotive.

Protesta de Greenpeace contra la segunda administración negacionista de Donald Trump: "El planeta Tierra primero. El futuro contra Trump".

Las gobernadoras demócratas de Nueva York, Kathy Hochul, y de Nuevo México, Lujan Grisham, escribieron una carta a la ONU el mismo día de la investidura de Trump: "Como copresidentas de la Alianza Climática de Estados Unidos, una coalición bipartidista de dos docenas de gobernadores que representan casi el 60% de la economía de EE.UU. y el 55% de su población, queremos dejar claro que continuaremos el trabajo de Estados Unidos para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París”. Otra alianza de más de 5.000 gobernadores, alcaldes, directivos de empresas y universidades y líderes tribales y religiosos de todo el país, llamada America All In, se ha expresado en los mismos términos.

Ahora falta ver qué hacen los grandes actores económicos. Un mal augurio ha sido el movimiento de los principales bancos del país, como GP Morgan, Goldman Sachs y otros, que en los últimos días previos a la investidura de Trump se han ido retirando de todas las alianzas climáticas a las que se habían unido en la etapa de Biden, abdicando así de sus compromisos con las "cero emisiones". Será clave ver si hacen lo propio las empresas de automoción, que también estaban inmersas en una reconversión hacia los vehículos eléctricos. Ford y General Motors (GM), que ya son la segunda compañía y la tercera que más vehículos eléctricos venden en el país, han hecho públicos compromisos con "la neutralidad de carbono en el 2050" y "un futuro cero emisiones", respectivamente.

El viraje ideológico interesado de Elon Musk

El principal vendedor de coches eléctricos del país, Elon Musk, es ahora la mano derecha de Trump, que ya ha revocado los incentivos que impulsó Biden a la electrificación del parque móvil. Su empresa Tesla se ha beneficiado durante muchos años de ayudas públicas, pero ahora está consolidada. Y, por tanto, quien más puede verse perjudicado por este retroceso son sus competidores, Ford y GM, que están en pleno crecimiento de ventas eléctricas. Tesla fue la única empresa que redujo sus ventas de coches eléctricos en Estados Unidos en 2024, un 6% menos, mientras que creció en otros mercados como China. Pero más de 630.000 de los 1,3 millones de vehículos eléctricos que se vendieron en Estados Unidos eran Tesla.

Quizás esto explica el sorprendente viraje ideológico de Musk en este tema. En el primer mandato de Trump, Musk dimitió del consejo asesor del presidente en el momento en que EEUU salió del Acuerdo de París y se enfrentó públicamente al presidente defendiendo que "el cambio climático es real y salir del Acuerdo de París no es bueno para EEUU ni para el mundo". El 20 de enero de 2025, en cambio, no dijo nada cuando Trump firmó la retirada del Acuerdo de París. Muy al contrario, se mostró eufórico y exultante durante todo el día ante la promesa de Trump de llevar astronautas a Marte, lo que beneficia claramente los intereses de otra de sus empresas, Space X. La orden ejecutiva para "acabar con la censura y reinstaurar la libertad de expresión" también favorece las políticas de su red social X. Estas dos medidas y la desregulación administrativa que él mismo liderará dentro del gobierno probablemente han compensado para Musk el impacto que el negacionismo de Trump puede tener en la automoción.

Lo que está claro es que, ocho años después, Musk ha cambiado claramente de opinión respecto a la emergencia climática. No sólo la web de Tesla retiró recientemente el manifiesto climático que Musk había colgado en el 2006, como supuesta motivación fundacional de la marca, sino que ahora su red X fomenta las teorías negacionistas de la crisis climática. El hombre más rico del planeta, y el político más poderoso, van al revés del mundo.

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