La gran sequía

Las tormentas de verano no frenan la caída de los embalses

Las reservas de agua siguen bajando y ya se sitúan por debajo del 32%

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Imagen reciente del pantano de Sau.

BarcelonaLos embalses de las cuencas internas de Catalunya siguen en caída libre y ya están por debajo del 32% de su capacidad. Después de meses consecutivos de subida constante de las reservas de agua durante la primavera, que se alargó hasta finales de junio, el verano no ha fallado: el calor muy intenso y el repentino repentino de las precipitaciones han hecho bajar la disponibilidad de agua en los pantanos. Ni siquiera los dos episodios de fuertes tormentas de estas últimas semanas han roto esa dinámica. Sólo las trombas de agua del 2 de agosto –que dejaron, por ejemplo, cerca de 100 l/m² en el pantano de Sau– hicieron subir transitoriamente cuatro décimos las reservas, pero 24 horas después continuaron su descenso.

Es totalmente normal que los embalses se vacíen un poco durante el verano, ya que es una estación seca en el país. El problema es que, viniendo de tan abajo, cualquier descarga de las reservas de agua es importante y preocupante. A pesar de las lluvias de los últimos meses, todavía pervive una sequía que se arrastra desde hace tres años y que es la más grave y larga de la historia de Catalunya desde su registro. Las reservas tocaron fondos a principios de marzo, alcanzando el mínimo histórico del 14,41%.

Ahora mismo las cuencas internas ya han descendido más de un 5% desde el pico máximo que se vivió a finales de junio. El 37,11% alcanzado poco después de San Juan fue el mejor dato de los embalses desde octubre de 2022; unas cifras que demuestran la gravedad de la situación, ya que en condiciones normales el verano deberíamos afrontarla con cerca del 75% de las reservas en junio. El descenso actual es entre un 0,1% y un 0,15% diario de media. Cabe recordar que, de media, en verano los embalses descienden un 15%.

De media, en verano, los embalses bajan un 15%. Es una época en la que se consume mucha más agua debido al calor y la llegada masiva de turistas, que hace crecer mucho a la población de manera transitoria. La sequía veraniega y la evaporación de agua en los pantanos debido a las elevadas temperaturas y las horas de insolación completan un cóctel nefasto en la lucha contra la sequía. Con estos datos, lo normal sería que a finales de verano las reservas se sitúen en torno al 25%.

Pese a este panorama veraniego adverso, los datos indican que estamos claramente mejor que hace un año. A mediados de agosto de 2023, las reservas estaban en un 25%, más de seis puntos por debajo de las que tenemos este año. Por tanto, la situación ha mejorado sensiblemente. Sin embargo, hace falta mucha más agua para empezar a ver la luz al final del túnel de esta larga e histórica sequía. Si el otoño no falla y lleva las esperadas lluvias, sumadas a las de la primavera, podría revertirse más claramente la grave situación.

Esperando las lluvias del otoño

El otoño es, junto a la primavera, una de las épocas más lluviosas. Por tanto, la pregunta está servida: ¿llegarán las esperadas lluvias después del verano? Los mapas de los modelos meteorológicos a largo plazo indican que no se espera un otoño especialmente lluvioso, pero las previstas abren una brecha para la esperanza.

En este sentido, en septiembre tendríamos las precipitaciones habituales, excepto en el Pirineo de Lleida, donde serían más escasas de lo normal. Noviembre y diciembre cumplirían la media de lluvias esperadas para estos meses en todo el país, mientras que sólo octubre sería más seco de lo normal. Por tanto, y pese a estos matices, teniendo en cuenta que es una época húmeda, la mayoría de los meses llovería en las cifras medias habituales y, por tanto, es posible que haya precipitaciones frecuentes.

Éste sería un escenario bastante favorable teniendo en cuenta la situación de sequía, aunque tampoco serían unas lluvias especialmente abundantes. Cabe recordar que estas previsiones a tan largo plazo deben tomarse con pinzas y habrá que hacer balance en diciembre para ver si se han cumplido. De momento, los mapas han acertado bastante la previsión en los últimos meses.

Cómo están los embalses

Aunque las reservas del conjunto de las cuencas internas estén por debajo del 32%, el sistema Ter-Llobregat todavía se sitúa por encima del 33%, una cifra que ha descendido más de seis puntos desde finales de junio. El embalse que más ha caído es el de Sau, que ha pasado de más del 45% a finales de junio al 21% actual. Más allá del parón de las lluvias, este descenso se explica porque se ha desembalzado agua hacia Susqueda, el pantano grande del sistema Sau-Susqueda. La emblemática iglesia de Sant Romà de Sau –termómetro visual de la sequía en Catalunya– lleva semanas de nuevo totalmente al descubierto. Por tanto, Susqueda está en una situación bastante mejor, con un 40%.

En cuanto al resto de embalses, el de Foix se sitúa en un 63%; el de la Llosa del Cavall, en un 26%; el de la Baells, en un 44%; el de Darnius-Boadella, en un 20%, y el de Sant Ponç, en un 32%. Los que siguen bajo mínimos son los del sistema Siurana-Riudecañas, que continúan en torno al 2%, y están especialmente castigados por la sequía. En cambio, los de la Confederación Hidrográfica del Ebro mantienen buenos datos y se sitúan, de media, cerca del 60%.

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