L'anàlisi de Antoni Bassas: "Si fuéramos un país rico"

No somos un país rico, pero no estamos entre los más pobres ni de Europa ni, con diferencia, de España. La cruda realidad es esta: cuando más ha habido que ayudar a la sociedad catalana, menos lo ha podido hacer nuestro gobierno

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Ni usted ni yo somos expertos en pandemias, y todavía menos adivinos, pero ya se ve a venir que si continuamos medio abiertos (o medio cerrados, como quieran ver la botella de llena) los hospitales se nos empezarán a llenar y más personas morirán de covid-19. Vamos mal, y esto acabará con restricciones más severas de cara a la semana que viene, la semana de Navidad.

Esta mañana, el doctor Josep Maria Argimon, el secretario de Salud Pública, ha declarado a Catalunya Ràdio que quizás habrá que "dar un paso atrás", que durante el puente había "muchísima" gente en los centros de las ciudades como Barcelona y que hay que actuar con rapidez para hacer que el pico no sea más alto que el de las oleadas anteriores. En otras palabras: “Creemos que tenemos que reducir la movilidad y la interacción social".

Datos: en Catalunya tenemos 2.000 contagios en las últimas 24 horas. Ayer había 1.511 personas hospitalizadas y en las UCI había 351 pacientes críticos. En la última semana han muerto 26 personas cada día, 186 personas en total, y desde el inicio de la pandemia son 16.432. Esto para no hablar del horror de la residencia de Tremp, donde han muerto de coronavirus 58 de los 143 residentes, más del 40% de los abuelos que vivían allí.

Si a estas alturas hay alguien que todavía considera que puede celebrar las fiestas de Navidad la familia extensa, es que no es consciente del mundo en que vivimos.

No nos tenemos que extrañar de las noticias que llegan de toda Europa, las cuales nuestro corresponsal en Londres, Quim Aranda, ha recogido en esta página: la mayoría de países europeos han endurecido las restricciones ante la posibilidad de un nuevo incremento desbocado. Hoy en Alemania han cerrado incluso las escuelas. Por lo tanto, por favor, responsabilidad individual.

Y una reflexión de fondo que Argimon ha repetido: "no fue un error" empezar la desescalada, porque "no somos un país rico". "Si tuviéramos capacidad de dar ayudas directas, sería otra situación", ha dicho.

No somos un país rico, pero no estamos entre los más pobres ni de Europa ni, con diferencia, de España. La cruda realidad es esta: 43 años después del restablecimiento de la Generalitat, cuando más ha habido que ayudar a la sociedad catalana, menos lo ha podido hacer nuestro gobierno.

El país que tenemos es este: los hospitales y los CAP están haciendo un trabajo extraordinario, las escuelas también, han más que aguantado, pero en cuestión de ayudas se nos han acabado los cuartos. Solo queda nuestra responsabilidad individual.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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