El análisis de Antoni Bassas: 'Cuando el éxito de un reinado es el discurso del 3 de octubre de 2017'

Que el discurso más duro que ha pronunciado fuera contra más de dos millones de catalanes que pretendían votar explica el fracaso de España en Catalunya, con el rey delante, por más que los reescritores de la historia aprovechen el episodio para poner el monarca en lo alto de un pedestal

Es curioso porque hoy las principales noticias del día en España tienen un punto en común: Cataluña. El debate político en España siempre se debe a Cataluña. Primer escenario:

El fiscal general del Estado ha logrado que los fiscales acepten la amnistía. Eso sí, lo han conseguido por la mínima (18 votos a favor, 17 en contra y una abstención) y habiendo tenido que apartar a los cuatro fiscales del Proceso, aquellos cuatro que acusaron por rebelión, estuvieron contra los indultos y ahora contra la amnistía. Esto significa que cuando el juez (Marchena o Llarena) pregunte a las partes cuál es su posición, la Fiscalía dirá que la amnistía es aplicable, por ejemplo, al delito de malversación porque no hubo enriquecimiento personal. Esto es importante, porque Puigdemont acudió a la cárcel a Alemania y cuando el juez alemán le soltó a los doce días dijo a España que si Llarena quería, le entregaría Puigdemont por malversación, y Llarena no quiso, quería el gordo: rebelión. Ahora quedará amnistiado por ese delito de malversación.

Más protagonismo de Cataluña: la financiación. El gobierno español intenta apaciguar los ánimos repitiendo que no defiende el concierto económico para Cataluña, sólo una “financiación singular”, pero es que incluso dentro de los socios de gobierno de Sánchez, Sumar, no quieren saber nada de financiación singular para Cataluña.

Tercer elemento: el presidente del Parlament, Josep Rull, comparecerá hoy a primera hora de la tarde para anunciar lo que ya les adelantamos el lunes, y es que el próximo martes no habrá ningún lleno de investidura porque ni Puigdemont ni Illa no en tienen los votos. La investidura de Isla, ganador de las elecciones, en el marco de un gobierno tripartito PSC, Esquerra y Comuns o, al menos, con el apoyo exterior de Esquerra, depende en parte de la negociación sobre financiación, pero claro, el PSC, en financiación, no puede ir más allá de lo que diga el PSOE. Por eso lo lógico es pensar que la investidura va por largo, que se agotará el plazo hasta finales de agosto.

Y cuarto elemento con protagonismo de Catalunya: hoy hace 10 años que Felipe de Borbón es rey de España. Su padre, Juan Carlos, tuvo que abdicar rodeado de casos de corrupción, malgastando una popularidad histórica, y Felipe le sucedió con la curiosidad de saber si haría honor a su apodo popular, 'el preparado'.

La realidad es que Felipe VI ha acabado siendo el rey de la derecha y parte de la ultraderecha (hay una parte ultra que lo encuentran blando con Cataluña y con Sánchez) y ha destilado una jefatura del estado tan clásica y tan castellana que a su lado el resto de monarquías europeas parecen modernas. Ni que decir tiene que Cataluña define y definirá su reinado. Esta mañana, en la prensa española, el episodio más recordado es el discurso del 3 de octubre del 2017. Insisten en decir que es en Felipe el que el discurso del 23 de febrero de 1981 fue a su padre, o sea el discurso del rey que salvó a la unidad de España, como si España no tuviera ejército, espías, cuerpo diplomático o control de las fronteras y fuera necesaria la palabra de un rey providencial para salvarla.

Ese discurso lo legitimó popularmente en muchos balcones de España, pero lo separó definitivamente de una parte de la sociedad catalana, lo que no es muy buen negocio político. Que el discurso más duro que ha pronunciado, y que probablemente pronunciará, fuese contra un movimiento popular de más de dos millones de catalanes que pretendían votar (y no entrar disparando disparos en el Congreso ni sacar los tanques a las calles) explica el fracaso del estado español en Cataluña, con el rey delante, por más que los reescritores de la historia aprovechen el episodio para poner al monarca en lo alto de un pedestal.

¿Resultado de la evolución de la sociedad? En el último barómetro del CEO, el 70% de los catalanes quieren una república, y el grado de confianza en la monarquía es de un 2 sobre 10. Por tanto, no existen las protestas de los años álgidos del Proceso, pero el distanciamiento con Felipe VI persiste.

Buenos días.

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