El consultorio

Autolesiones en la adolescencia, ¿cómo puedo ayudarle?

La edad de inicio ha descendido hasta los 12 o 13 años y son más frecuentes que hace unos años

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Las autolesiones son las lesiones que alguien se hace a sí mismo intencionadamente. El entorno –familia, amigos y maestros–, puede identificar las autolesiones cuando ven cortes, arañazos o cualquier lesión superficial injustificada en la piel. También si llevan vendados sin motivo aparente, ropa inadecuada –manga larga en espacios en los que hace calor–, o no quieren llevar bañador ni mostrar el cuerpo. Deberían saltar las alarmas si llevan objetos lesivos –cutters o Gilletas– sin ningún motivo justificado, y deberían atarse cabezas si además de alguno de estos hechos, consultan webs o hashtags autolesiones o han hecho comentarios o dibujos relacionados con las autolesiones.

¿Por qué?

Los motivos de las autolesiones pueden ser intrapersonales e íntimos, o más sociales, que tengan que ver con el malestar que surge de sus relaciones con otras personas. Anna Sintes, psicóloga clínica del servicio de Salud Mental del Hospital Maternoinfantil San Juan de Dios, explica que siempre indican que existe un malestar. Pueden autolesionarse para que los demás se den cuenta de su malestar, ésta es una manera de pedir ayuda y suelen comunicarlo. También puede tener una función identitaria, quieren formar parte del grupo de quienes se autolesionan y lo comparten con sus iguales. Cuando suelen hacerlo en un círculo privado y lo comparten menos puede ser por disminuir emociones no deseadas como la rabia y la ansiedad, o incrementar pensamientos o emociones deseados como sentirse vivo; a veces están distanciados de la realidad y el dolor físico les ayuda a conectarse.

Siempre ha habido autolesiones

"Las autolesiones no son una tendencia reciente, lo que ha cambiado es la tipología", asegura Sintes. Desde hace unos años ha bajado la edad en la que comienzan a autolesionarse, antes no era tan frecuente entre los chicos y chicas de 12 a 18 años. “En 2016 nos dimos cuenta de que las autolesiones se habían multiplicado por 7 en 4 años, pasando de 24 a 173 consultas a urgencias por año por este motivo. Desde entonces no se han incrementado pero sigue siendo alarmante que la edad de inicio sean los 12 o 13 años”, admite. Otro cambio es que ahora también se autolesionan a adolescentes sin problemas de salud mental diagnosticados, y ahora son más frecuentes estas conductas en población general sin patologías mentales, aunque este perfil suele hacerlo de forma puntual y no recurrente. También han cambiado los métodos de autolesión, ahora son múltiples, antes eran sobre todo cortes y ahora también se hacen quemaduras, golpes, se pellizcan y se estiran el pelo.

Los estudios determinan que existen una serie de factores de riesgo asociados y es más frecuente en las chicas; si se fuma y bebe porque se desinhiben más, las autolesiones se relacionan con la impulsividad del momento. También existe un mayor riesgo cuando se tienen hermanos y en las familias monoparentales. La psicóloga considera que con las autolesiones ocurre como con la salud mental, se ha ido de un extremo a otro sin pararnos en el punto medio: “Hemos pasado de no hablar de ello a frivolizarla y parece que sí no vas al psicólogo eres un cutre. Se han normalizado las autolesiones, por un lado es positivo porque se lucha contra el estigma, pero por otro, se pierde el miedo a hacerlo e incluso se pueden romantizar”.

¿Qué puede hacer la familia?

Sintes recomienda una crianza sana, positiva y resiliente, optar por un estilo educativo democrático, que no sea superprotector ni autoritario, y acompañar al niño y al adolescente aunque a menudo la adolescencia sea una etapa convulsa: “Se les debe dar las herramientas que necesitan y adaptarse al momento actual. Hay que saber qué les interesa, qué miran en las redes sociales y supervisarlos. Debe ser una parentalidad que refuerce las habilidades socioemocionales”. De entrada todo esto funcionaría como factor protector, pero puede que en función del entorno o los acontecimientos a los que se exponga, si vive situaciones estresantes o ocurre algún accidente, puedan llegar las lesiones. Entonces recomienda estar atentos, coordinarse con la escuela, dar importancia a lo que está pasando y valorar si sería necesario un especialista o alguien que pueda ayudar. “No hace falta ir directamente a urgencias, puede haber alguien con quien tenga una buena relación, un familiar, la entrenadora o la tutora, que pueda ayudarle. Si no es muy grave, se puede ayudar y remediarlo antes de ir al especialista”, concluye.

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