Este pasado martes, Pablo Motos entrevistaba a Miguel Bosé después de que el cantante lo hubiera dejado plantado en una emisión anterior. "Me puse muy enfermito", dijo Bosé. Motos le dio la razón: "Te pusiste malito". Y, tras ese infantilismo inquietante practicado por dos hombres de 58 y 67 años empezó una conversación sobre el robo que sufrió el cantante en su casa. La entrevista derivó en la promoción de la serie documental Bosé renacido de Movistar+. Hay un aspecto tanto de esta producción como del diálogo que mantuvieron en El hormiguero que es preocupante. Es evidente que Miguel Dominguín, padre de Bosé, fue un depredador sexual y un maltratador. Pero son términos que no se utilizan con claridad a la hora de relatar las aventuras de este torero. Alrededor del personaje se crea una poética y una fascinación en la que incluso se comenta como algo admirable que una actriz acabara suicidándose con la foto de Dominguín en la mano. Se está construyendo una narrativa heroica en torno a la infancia de Miguel Bosé que seguramente es muy televisiva pero poco pertinente. Incluso los vínculos con el dictador Francisco Franco adquieren una épica histórica.
La entrevista también abordó la sexualidad de Miguel Bosé. “Tú dices que tienes la capacidad de amar a hombres y mujeres y que eso provoca envidia. ¿La gente que folla poco le tiene mucha envidia a la gente que folla mucho?”, le preguntó Motos. El presentador asoció la bisexualidad no a la opción de amar o enamorarse de las personas más allá de su género sino a una especie de incontinencia folladora que permite un mercado más amplio de fervientes candidatos. Lejos de hacer pedagogía, a Bosé la descripción le pareció ajustada: “La gente que folla poco se tiene rabia a sí misma, pero indudablemente esta suerte que me ha dado el universo de poder salir los viernes y volver siempre con cacho pues ha tocado los cojones a mucha gente. ¡No tengo la culpa!” Y la claca sonaba entusiasmada. Luego, la conversación degeneró en teorías sobre la libertad. El presentador comentó: "No sé por qué todo el mundo tiene derechos humanos menos si eras famoso", apelando a recibir críticas. Y para terminar la conversación, Bosé volvió a asegurar que hace trece años dejó todas las drogas solo de un día para otro. “Hay que tener un cabeza que aguante”, dijo como si tuviera superpoderes. Luego añadió que las personas que han sufrido alcoholismo cuando se rehabilitan “son gente muerta, que parece que se les haya ido ido al alma, la felicidad, la alegría. Están apagados”. Imposible mayor estigmatización y disparates en una sola entrevista.
Motos y Bosé son dos irresponsables que analizan la existencia humana desde una perspectiva machista, clasista y emocionalmente sesgada. Ya se entiende que, televisivamente, el cantante sea un personaje goloso, porque transmite la fragilidad del héroe decadente y destruido. Pero los mensajes sociales que se desprenden de sus teorías son más propios de la época del torero Dominguín y de la dictadura que de la actualidad.