Viajar

Confesiones de un auxiliar de vuelo: "Unos padres se olvidaron a su bebé en el avión"

¿Cómo es el día a día de los tripulantes de cabina? Esta profesión se enfrenta a situaciones que dan pie a multitud de anécdotas y peripecias

Laura Minguella
4 min
Un grupo de auxiliares de vuelo en una imagen de recurso.

BarcelonaMattia Moccia es tripulante de cabina en una aerolínea española de bajo coste y una de las cosas que más le gustan de su trabajo es "que cada día es diferente, en nueve años que llevo no he tenido ninguno igual, siempre hay algo que me hace reír o llorar”. Sin embargo, siempre lo sorprende que la gente aplauda al aterrizar el avión: "Me parece muy gracioso, porque encima algunas veces el avión aterriza en automático y la gente realmente está aplaudiendo al avión y no al piloto. Cuando coges un autobús o un tren no aplaudes al conductor. ¿Entonces por qué sí lo haces en el avión?", bromea.

Para Moccia, la parte negativa de su trabajo –ejercido por mujeres mayoritariamente– son los horarios, son muy variables y hacen muy difícil coincidir con amigos y familia. Los horarios de los auxiliares de vuelo no se realizan en función de los días de la semana, sino de las horas de vuelo: no se pueden superar las 60 horas en un total de 7 días: "Podemos trabajar 7 días seguidos sin tener ningún día de descanso siempre que en estos días no se superen las 60 horas de trabajo", explica. Sin embargo, puntualiza que las horas de vuelo no son las horas efectivas: "Si hacemos 10 horas de trabajo, 7 horas serían de vuelo y las otras 3 de escala o de briefing antes de cada vuelo".

Las condiciones laborales de los auxiliares de vuelo varían según la base en la que trabajen, ya que cada país tiene su normativa: "Una compañía española que tiene bases en diferentes países tendrá un contrato diferente en cada uno de ellos", señala Moccia. Él empezó en la base de Venecia y lleva seis años trabajando en la de Toulouse y apunta que en Francia "el trabajo de cabin crew está mucho más reconocido y mucho más protegido y que, además, hay una retribución mínima, algo que en Italia no existe". Como su contrato es francés, Moccia tiene derecho a 32 días de vacaciones anuales, que serían 26 si trabajara en una base italiana, 20 si estuviera en una base griega o 30 si estuviera en una base española.

Si algo tienen en común todos los auxiliares de vuelo es el deseo de que los pasajeros sean más respetuosos y los traten "como personas y no como robots", denuncia Maria Rius, tripulante de cabina retirada con más de 15 años de experiencia. "Parece de sentido común, pero a los auxiliares de vuelo no se nos toca: ¡no nos gusta que nos cojan la mano, que nos tiren del brazo ni que nos golpeen en la espalda, y mucho menos que nos toquen el culo!" ", reivindica.

Tú en Londres y la dentadura en Barcelona

La jornada de los tripulantes de cabina comienza una hora antes del primer vuelo del día, porque realizan un briefing con el comandante y el copiloto para asegurar que todo el mundo esté listo para volar. Después revisan que el avión funcione correctamente y, una vez comprobado, comienza el embarque. Durante el embarque de un vuelo de Barcelona a Londres, Rius vivió una de las situaciones más surrealistas con las que se ha encontrado: "Cuando quedaba poco para cerrar el embarque, un pasajero me dijo, avergonzado, que había perdido la dentadura en uno de los lavabos del aeropuerto y me pidió ayuda para encontrarla”. Rius relata que al hombre "no le quedó más remedio que subir al avión desdentado" y que, mientras el avión llegaba a Londres, los trabajadores del aeropuerto encontraron la dentadura, que enviaron a Inglaterra por correo.

Por otra parte, el ingenio de los pasajeros para no tener que pagar exceso de equipaje es una de las situaciones más comentadas a la hora de embarcar. "A mí lo que me hace más gracia son los pasajeros que, en pleno verano, visten capas y capas de jerséis y chaquetas. Es curioso ver hasta dónde llega la imaginación de algunos", explica Rius.

En la jerga aeroportuaria, a los vuelos se los llama saltos y en un día de trabajo los tripulantes pueden hacer entre dos y cuatro: "Si son vuelos cortos hacemos cuatro y si son vuelos largos hacemos dos, y generalmente trabajamos entre 10 y 12 horas diarias", comenta Moccia. Entre salto y salto hay que revisar de nuevo que el avión funcione correctamente y, en el caso de las aerolíneas de bajo coste, la revisión se hace en tiempo récord: "En menos de media hora hay que desembarcar y volver a embarcar a los pasajeros", apunta Moccia. El momento de desembarcar el avión también ha sido protagonista de situaciones insólitas: "Poco después de empezar, en el momento de desembarcar un vuelo de Riga a Edimburgo, unos padres se olvidaron a su bebé en el avión, con cochecito y todo. Enseguida se acercaron al mostrador a recoger a su hijo y se ve que habían bajado del avión con prisas porque necesitaban ir al baño y no pensaron en la criatura", relata Rius.

Al finalizar el último vuelo del día, los tripulantes de cabina vuelven a la base y dan por finalizada la jornada. Sin embargo, siempre puede haber complicaciones, como los retrasos y las cancelaciones, que acaban suponiendo más horas de trabajo: "Si hacemos más horas de trabajo por un retraso, estas horas las regalamos a la compañía", lamenta Moccia.

1411070016

Vuelos malolientes

Aunque es un espacio pequeño, es común que los pasajeros no sepan encontrar el lavabo de los aviones, lo que da pie a todo tipo de situaciones, algunas más escatológicas que otras. Rius explica que hace años una pasajera no supo encontrar los lavabos y acabó haciendo pis en la papelera del servicio de catering y que, en otra ocasión, "un pasajero quiso ir al lavabo cuando había turbulencias, un compañero y yo le dijimos que no se podía, que era peligroso, pero el hombre no entraba en razón y acabó haciendo pipí en medio del pasillo".

En otro vuelo, el depósito al que van a parar los residuos de los lavabos se estropeó y el agua sucia acabó saliendo por los inodoros, "por lo que inundó el suelo de los lavabos y creó un río por el pasillo del avión". "Había un hedor increíble... Menos mal que era un vuelo corto", asegura Rius. Este no ha sido el único vuelo maloliente en el que la tripulante retirada ha tenido que trabajar: "Recuerdo que una vez una mujer utilizó la mesita reclinable para cambiarle los pañales a su bebé y cuando acabó lanzó el pañal sucio haciendo canasta en la basura del catering. ¡El hedor perduró durante todo el vuelo!".

¿Cuáles son las peores rutas para volar?

Los auxiliares de vuelo no hacen siempre las mismas rutas, que dependen mucho de la base donde trabajen: "En la base de Toulouse tenemos 26 destinos diferentes y en la de Venecia teníamos entre 40 y 50, porque era una base muy grande", precisa Moccia. Para él, las peores rutas para trabajar son los vuelos con destino Ibiza provenientes de Inglaterra y los vuelos con destino Mikonos provenientes del sur de Italia: "El tipo de pasajero es muy similar, personas con muchas ganas de fiesta y que pueden llegar a ser irrespetuosas y problemáticas, pero por suerte ya no hacemos estas rutas". Rius coincide: "Estos vuelos suelen acabar mal: mucho alcohol, gritos y abucheos con los compañeros de cabina".

Sin embargo, para ella los pasajeros más molestos son los que, pese a estar prohibido, fuman en el avión, escondidos en los lavabos: "Parece que no se den cuenta de que un cigarrillo mal apagado puede provocar un fuego, que es la peor emergencia que puede haber en un avión porque no hay sitio donde escaparse".

stats