El primer Daurella que triunfó con la Coca-Cola

Quien más quien menos ha oído alguna vez la frase “triunfar más que la Coca-Cola”. Aparte de su significado explícito -tener éxito en alguna actividad-, tiene una lectura implícita que nos recuerda que esta bebida marronosa y con gas forma parte de pleno derecho de la cultura popular. La inventaron los estadounidenses a finales del siglo XIX, pero su presencia es del todo universal y en todo el planeta los consumidores la sienten suya. En Catalunya ya se podía comprar Coca-Cola en los años veinte, pero después de la Guerra Civil la distribución quedó truncada y no fue hasta el otorgamiento de una nueva concesión a un emprendedor catalán, durante la década de los cincuenta, que no se normalizó su venta. En esa primera etapa de antes de la guerra, el hombre clave fue Francesc Duffo Foix, que distribuía la bebida a través de la firma Espumosos El Rayo, en la calle Balmes de Barcelona.

Pero la verdadera consolidación de la Coca-Cola como refresco de masas en el país llegó de la mano de la familia Daurella, que logró la licencia de la multinacional para envasar y distribuir la bebida en 1951. Quien movió hilos para conseguir el contrato fue Santiago Daurella Rull, hijo de un empresario bacalao con buenos contactos en el régimen. La popularización de la Coca-Cola crecía en paralelo a la americanización de los españoles fruto de los acuerdos bilaterales de Franco con la superpotencia.

Pero quien hizo crecer la marca fue la siguiente generación, formada por los hermanos Francisco y José Daurella Franco. Este último, el mayor, heredó un imperio que había comenzado con la producción de bebidas gaseosas autóctonas, sobre todo el mítico Sandaru elaborado en la calle Nápoles de Barcelona. El empresario consolidó y expandió la licencia de explotación de Coca-Cola, ya bajo el nombre de Cobega (Compañía de Bebidas Gaseosas). El sur de Francia y el continente africano fueron los primeros pasos de una expansión que su hija, Sol Daurella, ha reforzado con la creación de los conglomerados de concesionarias embotelladoras de la Península (Iberian Partners) y del continente europeo (European Partners) .

Siempre de la mano con su hermano Francisco, primero como administradores conjuntos y después como presidente (José) y vicepresidente (Francisco), lideró la compañía durante décadas, pero sin dejar nunca de lado otros negocios. La sociedad Copesco & Sefrisa era la empresa familiar dedicada al bacalao y el salmón -precisamente este 2021 le han traspasado a un grupo vasco-, una actividad a la que sumaba la presidencia de la firma de inversiones BGN Arnús Garí. José Daurella también formaba parte del consejo de administración de la cervecera El Águila (la más consumida en el Estado en otra época y de la que tenía un paquete de acciones importante), era el presidente de la empresa cementera La Auxiliar de la Construcción (hoy en manos del gigante mexicano Cemex), tenía silla en el consejo de Banesto y ocupó la plaza de cónsul honorario de Islandia en Barcelona. Precisamente, al frente del consejo de BGN Arnús Garí coincidió con otros personajes destacados de la empresa y finanzas del país como Javier de la Rosa, Eusebio Díaz-Morera y Jorge Gallardo.

En el año 2000 los Daurella también estuvieron detrás de un proyecto radiofónico muy ambicioso llamado Ona Catalana, una cadena de emisoras que pretendía competir con Catalunya Ràdio y la recién nacida RAC1. Pero las expectativas de audiencia no se cumplieron y la cadena terminó en manos de la SER.

Tras su muerte, en el 2014, y con las riendas de Cobega bajo control de Sol Daurella, la compañía no ha hecho sino crecer. Aparte de las fusiones mencionadas anteriormente -que han propiciado la creación de una concesionaria transeuropea-, los intereses de la familia Daurella se han extendido más allá. El grupo también ha llegado a sectores como el café en cápsulas (son distribuidores de la prestigiosa marca suiza Nespresso), los batidos de cacao (en 2012 rescataron junto a Damm la marca Cacacolat) y las pizzas (explotan la cadena Domino's Pizza).