Estómagos llenos y bodegas vacías

Los excesos del MWC: 50 kilos de caviar, 200 bogavantes al día y cuentas de 6.000 euros por barba

Muchos restaurantes pueden batir récords de facturación durante el congreso

Una trabajador saca un saltamontes de la piscina para traerla a la cocina del Bot afumeiro.

BarcelonaSi alguna vez habéis subido (o bajado) por Gran de Gràcia durante el Mobile World Congress debéis de haber detectado una ola de furgonetas negras con vidrios tintados. Son los transfers de los congresistas que van a la que sería una extensión gastronómica de la feria: el restaurante Botafumeiro. Así que visitamos este famoso restaurante de pescado y marisco para ver cómo se llena de congresistas y para hablar con su carismático director, Jesús Pérez Alonso (no os perdáis su cuenta de TikTok).

De entrada explica el éxito del restaurante durante la feria porque "el monumento más visitado de la ciudad es la Sagrada Familia, después viene la Pedrera y después el Botafumeiro". Podría no ser una exageración, ya que las cifras que mueve el establecimiento estos días son contundentes. Tienen espacio para 300 comensales, y como este perfil de cliente empieza a llegar a las seis y media, tienen mucha rotación. Como son eficientes y trabajan 140 personas, tranquilamente pueden doblar servicios en noches como esta, porque la cocina no para hasta la una de la madrugada. Dice que hace mucho tiempo que no cogen reservas, que si lo hicieran igual llegarían a las 2.000 personas. De hecho, a última hora han tenido quen sudar la gota gorda para encajar a una persona muy importante del congreso, que se encuentra en un comedor contiguo mientras paseamos por el restaurante.

De 200 en 200

Seguimos con cifras, porque si hablamos de marisco la cosa va al por mayor: tienen previstas 200 langostas cada día de MWC, 200 bogavantes, 200 centollos y 300 ostras. "Estamos preparados para el volumen", afirma. Y explica que les ha pasado que llegue una mesa y pida medio kilo de caviar. Para ellos no supone un problema porque tienen 50 kilos preparados para toda la feria. Si se acabara, con una llamada lo podría resolver. Y lo remata: "Tenemos éxito porque estamos dotados de los productos más exuberantes, más difíciles de encontrar. Además los tenemos en cantidades astronómicas". Lo confirmamos: mientras estamos presentes una sola mesa pide 27 kilos de langosta y bogavante. Da tanta impresión verlos juntos que incluso los mismos trabajadores les sacan fotos.

No dejamos las cifras, pero ahora hablemos de dinero. Le preguntamos si tiene en la cabeza algún récord del MWC y responde: "Hemos tenido comensales que les ha salido de media a unos 6.000 euros por persona". Y añade: "Hay clientes que me han dicho «Sorpréndeme con un buen vino» y les he puesto vinos de 4.000 euros. Pero les pongo en la mesa tres o cuatro botellas". Y con confianza asegura que son "el restaurante que menos usa las cartas, porque se fían de nosotros". Nos recuerda que el cliente del congreso es un cliente con unas exigencias de un nivel medio-alto-altísimo, pero que para ellos no existe el "no" y siempre tienen "un semáforo verde", dice.

Contratos mundiales

Las empresas que les visitan son internacionales y necesitan mesas con un número de comensales superior al que es habitual en un restaurante en Barcelona. Incluso les obligan a hacer y rehacer las mesas varias veces ya que el número de comensales baila. "Estamos hablando de un perfil de cliente que no es el habitual. Son firmas mundiales que quieren quedar bien con sus clientes porque vienen a negociar. Tienen muy poco tiempo y les halagan con el mejor restaurante. No todo se negocia en la feria. En la mesa también se negocia", y defiende que en el Botafumeiro "se han cerrado contratos mundiales".

A pesar de que la Fórmula 1 también mueve gente, varias fuentes del sector aseguran que el MWC no se puede comparar con nada. "Después de la pandemia bajó, llegamos a estar a un 30% de lo que era habitual. Pero este año volvemos a estar al 100%. Ya hemos vuelto a la normalidad de cualquier año anterior", asegura Pérez Alonso. Lejos quedan aquellos días en que los expositores iban cancelando uno tras otro. "Con estas ferias todo crece por sí solo. El Botafumeiro cada año bate récords", asegura.

Bandejas de langostas y bogavantes para una mesa de congresistas del MWC en el Botafumeiro.

Asistentes que eligen vinos

El cocinero Albert Adrià tuvo la primera reserva de grupo de congresistas el domingo por la noche, un día antes de que abriera el congreso. Al día siguiente, el lunes, tuvieron algunas mesas reservadas, pero no fue hasta el martes a la hora de cenar que volvió a tener grupos. Son reservas de mesas grandes, con clientes “caprichosos”, lo que quiere decir que horas antes de que hayan llegado al restaurante ya han enviado a sus asistentes para ver la carta de vinos que tienen. “Se la hemos enseñado, lo hemos hablado, y han elegido lo que beberán los congresistas que llegarán por la noche, para cenar”, el único servicio que ofrece el restaurante Enigma desde octubre. De hecho, "es más fácil incluso que lo hagan así, para que cuando se sienten en la mesa ya sepamos qué vinos les tendremos que servir".

El lunes por la noche esperaban la reserva a las 18.30h, pero “el lunes por la tarde, con la lluvia, la salida del congreso fue caótica y llegaron tarde”. En el restaurante les esperaban con paciencia, y finalmente sirvieron al grupo junto a alguna mesa más que ya tenían reservada, y que no era de personal que trabaja en el congreso de telefonía. “No muchos más, porque nuestra capacidad es para 42 comensales; si reserva un grupo grande, ya no quedan muchas más mesas libres”, dice Adrià, que añade que el ticket medio que gasta un congresista es más alto que el del cliente habitual, pero no entra en detalles de los precios. “La comida no varía de precio para nadie, y pueden pedir tanto menú degustación como carta, que también la ofrecemos, pero optan por vinos de precio más alto”, indica el cocinero, que sostiene que el MWC llega en un buen momento para los restaurantes, después de un principio de año muy flojo.

Mobile para siempre

Mientras tanto, en el restaurante Molino de Pez, en la calle Còrsega de Barcelona, las piezas más grandes de pescados, y sobre todo de pescados salvajes, fueron las más demandadas para cenar durante los días de congreso. “Han pedido el producto más caro, de forma que el ticket medio por persona ha sido más alto, entre 60 € y 70 € por persona”, explica el responsable, Jaime Santianes. “Para el Molino de Pez, el congreso nos ha venido muy bien, ya que los domingos por la noche no acostumbramos a trabajar mucho, porque la gente no sale tanto a cenar cuando al día siguiente hay trabajo; en cambio, llenamos el salón con los especialistas del congreso”, dice.

En el restaurante Disfrutar, el cocinero Eduard Xatruch relata que su mecanismo de funcionamiento no les permite acoger a reservas grandes de grupos de forma improvisada: “Tenemos reservas hechas con muchos meses vista, y por lo tanto podemos decir que no hemos notado mucho cambio de esta semana respecto a las anteriores”. Sí que han tenido alguna mesa pequeña, que han podido atender en el reservado situado junto a la bodega, pero los comensales eligieron lo que ofrecía el restaurante: el menú degustación, de 255 €, más el maridaje de 125 €. “Optan por esta opción, porque con el maridaje que nosotros les proponemos pueden conocer vinos que quizás no habían probado nunca, sobre todo de nuestro territorio”. Años atrás, cuando el Disfrutar acababa de abrir, se habían encontrado reservas de congresistas que después no se presentaban o las anulaban a última hora. "Todo ha cambiado mucho, primero por la manera que tenemos actualmente de hacer las reservas, y segundo porque nosotros pedimos una garantía con la mesa, que es el número de la tarjeta de crédito", dice Xatruch.

Para acabar, el cocinero Albert Adrià opina que si hay que votar para que el Mobile World Congress se mantenga para siempre, él vota. “Además, pienso que atendemos a unas personas que viajan y que, si lo hacemos bien, pueden venir en otro momento del año”. Así que las comidas servidas en una semana pueden ser la puerta de entrada de otras muchas que se podrían servir durante el resto del año. Y con un ticket final por persona más alto –su nivel adquisitivo acostumbra a ser más alto que el nuestro–: una comida de 300 €, por decir una cifra que englobe comer y maridaje, les hace exclamar “¡qué barato”!

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