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Los hamer y los mursi: así viven dos tribus en el corazón de África

En el valle del río Omo varias comunidades ofrecen una mirada fascinante a un mundo ancestral

Santiago Núñez
3 min
Miembros de la tribu Hamer con los vestidos y adornos tradicionales

Addis AbebaA 500 kilómetros de Addis Abeba, la capital de Etiopía, las carreteras se transforman en caminos de tierra áridos e inestables que nos llevan hasta tierras de culturas ancestrales que han resistido el paso del tiempo. Muy cerca de la frontera con Kenia, encontramos diferentes tribus, como los hamer y los mursi, que viven y conservan unas tradiciones únicas, arraigadas en los parajes que habitan. Asentadas en el valle del río Omo, cuyo curso bajo es considerado patrimonio de la humanidad de la Unesco, estas tribus ofrecen una mirada fascinante a un mundo antiguo que se mantiene al margen de la modernidad.

Lejos de la modernidad y del bullicio de las ciudades, los mursi viven en un entorno natural severo que juega un papel crucial en su vida. Sus poblados están formados por barracas tradicionales de madera y barro. En el centro de su sociedad está la familia.
Los tejados de paja cónicos son típicos de los poblados hamer. La arquitectura, aunque sencilla y con materiales muy básicos, está pensada para soportar las temperaturas extremas de esa región.

Si visitamos esta zona descubriremos que estas sociedades se caracterizan por su naturaleza seminómada y se organizan en poblados dispersos en esta tierra árida y desafiante. Aún hoy construyen viviendas con materiales como la madera y el barro con techos de paja cónicos, diseñados para soportar el clima extremo de la región, y con puertas diminutas para evitar ataques de animales salvajes durante la noche. Pero una vez la tierra deja de ser fértil, abandonan el poblado y se marchan en busca de nuevas tierras. Su carácter nómada hace que su alimentación se base principalmente en la recolección y la caza, aunque también cultivan cereales como el sorgo o el maíz y crían vacas, cabras y ovejas.

Los hamer viven de la agricultura y la ganadería, que no sólo proporciona alimentos sino que también juega un papel crucial en lo que se refiere al estatus dentro de la comunidad, ya que es símbolo de riqueza.

Otro de sus rasgos más distintivos y diferenciales es su imagen y la forma de vestir, así como los adornos que nos explican la posición social de cada uno dentro del grupo, el estatus, sus riquezas o si la persona está soltera o casada.

Aunque existen tribus más antiguas que otras y las tradiciones se diferencian, tienen muchos rasgos en común, más allá de habitar un entorno hostil y tener espíritu nómada. Son sociedades de tradición animista, donde el ganado tiene gran importancia porque marca su supervivencia, y donde la familia y el clan, por lo general, tienen un gran protagonismo.

Un hombre de la tribu mursi fotografiado con el característico plato labial. Se trata de una tradición que comienza en la adolescencia y se considera un rito de paso hacia la madurez. Es un símbolo de estatus en la comunidad.
La vestimenta de los hamer es coloreada y un símbolo de distinción. En el caso de las mujeres, a menudo llevan collares y pulseras de piel. Llevan peinados elaborados hechos con barro y mantequilla que revelan su estatus sociales y sus logros dentro de la comunidad.
Una joven de la tribu de los mursi. En esta tribu, la educación se basa en la transmisión oral de conocimientos y habilidades prácticas. Desde niños, los niños aprenden a cuidar el ganado, trabajar la tierra y participar en las tradiciones y rituales.
Una mujer de la tribu hamer. Esta comunidad cultiva principalmente cereales como el sorgo y el maíz. Crían vacas, cabras y ovejas. Los roles de género en esta comunidad están muy definidos: los hombres se dedican a cuidar el ganado y las mujeres a las tareas domésticas ya cuidar a los niños.
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