Religión

Una Iglesia cada vez más envejecida

La media de edad de la clerecía de Girona es de 73 años

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El obispo de Girona al exterior de la Catedral.

GironaEl papa Juan Pablo II, con la carta Tertio millennio adveniente, pronosticó una espléndida primavera para la Iglesia universal, coincidiendo con el cambio de milenio. La realidad ha sido, en cambio, muy diferente. La Iglesia es cada vez más vieja y minoritaria, menos influyente en la sociedad. En 2005 el teólogo Hans Küng ya apuntó que el estado interno de la Iglesia estaba en una situación peor que treinta años atrás. Las vocaciones religiosas y las ordenaciones sacerdotales, especialmente en Europa, han bajado de manera contundente, y la media de edad del clero diocesano y del religioso se sitúa alrededor de los setenta años.

Esto mismo se puede observar en la diócesis de Girona, constituida por 381 parroquias y unos anexos. Los datos que reporta la última guía del obispado informan de que el número de curas diocesanos es de 123, siete de los cuales actúan en otras diócesis. La ayuda exterior está conformada por ocho religiosos, siete curas dependientes de la Prelatura de la Opus Dei y cuatro sacerdotes otras demarcaciones diocesanas. Con estas cifras es bastante evidente que los servicios para cubrir todo el territorio condicionan a un buen grupo de curas, que se tienen que mover de un lugar al otro para atender a varias parroquias, a pesar de que haya diáconos y colaboradores del culto.

El reparto de las tareas es bastante desigual. Mientras que un presbítero trabaja en una sola parroquia o en una dedicación eclesiástica, los hay que acumulan feligreses. Por ejemplo, encontramos a un responsable de diecinueve comunidades: las de Borrassà, Cabanelles, Ermedàs, Espinavessa, l'Estela, Fortià, Lladó, Navata, Ordis, Pontós, Queixàs, Riumors, Romanyà d'Empordà, Sant Martí Sesserres, Taravaus, Vilademires, Vilamalla, Vila-sacra y Vilatenim.

Tres seminaristas

La pérdida de efectivos humanos es un hecho palmario, acentuado de hace tiempo y continuado en lo que llevamos de siglo. A la bajada del número de practicantes se tiene que añadir la crisis del modelo de cura tradicional, representativo de un estamento social y de un estilo de vida que no se corresponden con una sociedad secularizada.

Las cifras corroboran la decadencia de una institución que, a pesar de todo, conserva una autoridad formal y jurídica. Durante el pontificado del obispo actual, es decir, desde el 2008, la diócesis ha perdido a más de noventa curas por deceso. Las altas han sido, de lo contrario, poco significativas, puesto que la sequía de vocaciones ha convertido en fracaso la apuesta para emprender un seminario particular. A estas alturas la página web del obispado indica la existencia de tres aspirantes a la vocación ministerial, que estudian en el Seminario Interdiocesano de Catalunya.

Un análisis detallado de las edades del presbiterio de Girona, hecho por cuenta propia, señala que más del 40% del colectivo tiene entre 80 y 94 años. Los situados entre los 60 y los 79 años representan al 38%. Por el contrario, solo dos presbíteros acreditan menos de 35 años. La media de edad del clero diocesano es de 73 años, la de los jubilados en el mundo laico. 

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