Jordi Romero

Formación

“Soy del barrio de Gracia de Barcelona. Viví allí toda mi infancia y empecé a aprender a programar por mi cuenta, fuera de la escuela, cuando tenía unos 12 años. Teníamos un ordenador en casa y aprendía a programar con revistas o por internet y, poco a poco, me metí en ese mundo. Una vez trabajaba, entré en la universidad para hacer una ingeniería informática en la UPC entre los años 2004 y 2010. No tengo claro que fuera la mejor idea, pero fue una experiencia interesante”.

Trayectoria profesional

“A los 16 años empecé a programar 'freelance' para conocidos. Acabé haciendo consultoría y desarrollo a medida hasta que, con 23 años, entré en una start-up de software, Teambox, como CTO. En esa época fui una temporada a San Francisco para conseguir inversores. Sin embargo, después de seis años me fui y con mis socios decidimos crear Factorial en 2016. Habíamos detectado algunas necesidades en nuestras anteriores compañías y vimos una oportunidad de introducir la tecnología en la gestión de personas”.

Un éxito

“Como empresa, haber logrado desarrollar talento interno, contratando a personas jóvenes y viéndolas crecer hasta roles directivos”.

Un fracaso

"En la primera 'start-up' donde estuve, perder el control de la compañía y no escoger unos buenos inversores".

Lecciones de vida

“En mi primera experiencia en una empresa aprendí que hay que tener cuidado con los socios que eliges, ya que a veces la compañía puede acabar muriendo si se imponen en la parte ejecutiva. En Factorial también hemos cometido errores, y uno de ellos fue no ir más rápidamente en la monetización de nuestro producto. Nos pusimos muy creativos, dándonos demasiado margen para encontrar ingresos. Siempre recomiendo a todo el mundo que empiece a cobrar por su producto desde el primer momento porque, si la gente está dispuesta a pagar, esto significa que hay una necesidad para ser resuelta. Hay muchas start-ups que hacen cosas que después no se acaban monetizando y no son viables económicamente”.