'EPIC FAILS'

Magic Park, el mítico parque de atracciones que no se puso al día

Magic Park, el mítico parque De atracciones que no se puso al día “Negocios como el Magic Park necesitan reinventarse constantemente –comenta Lluís Prats, profesor de la UdG y miembro del Instituto de Investigación en Turismo-. Es necesario que analicen constantemente qué público pueden atraer para centrar sus esfuerzos”. Y apunta: “Otros parques han sabido cambiar a los adolescentes por las familias”.
Marc Amat
07/07/2019
3 min

Grandes rótulos iluminados con foco de colores, luces de neón por doquier y una noria gigantesca reclamando todas las miradas. A finales de los años 80, el Magic Park de Playa de Aro se había convertido en un lugar de peregrinación obligado para todos los adolescentes de la Costa Brava. “Cuando llegaba el domingo, en la Bisbal d'Empordà todo quedaba más muerto que vive y bajábamos hasta Platja d'Aro, en el Magic -recuerda Lluís Prats, actualmente profesor de la Universidad de Girona (UdG) y miembro del Instituto de Investigación en Turismo-. De jóvenes pasábamos la tarde, de moneda de cinco duros en moneda de cinco duros”, explica.

Entonces, el primer parque de atracciones de la Costa Brava ya tenía prácticamente quince años. En 1974, Màrius Xifré, un feriante de Barcelona, ​​había visto la oportunidad de crear un espacio de atracciones y videojuegos en el municipio y se había lanzado. La cosa le salió bien. Primero había comprado dos naves para instalar una pista de autos de choque. Al poco tiempo, ya había incorporado máquinas de videojuegos, la famosa noria, camas elásticas, una bolera e incluso una de patinaje. En el sótano había construido también una discoteca: Màrius Disco. Había de todo. Con 4.000 metros cuadrados cubiertos y 365 días al año en funcionamiento, Magic se había erigido en un lugar que atraía tanto a la juventud de los municipios de los alrededores como a los turistas que entonces empezaban a llegar a Platja d'Aro.

Ahora, sin embargo, del sueño de Xifré ya no queda nada. En marzo de 2017, el artífice murió y sus dos hijas tuvieron que asumir el negocio. No fue fácil. Su padre había llevado el parque personalmente toda su vida, lo que complicó su traspaso. A principios de verano de 2017, las dos hijas anunciaron que iban a bajar la persiana una vez acabada la temporada veraniega. El 11 de septiembre de ese año, una jornada de puertas abiertas sirvió para poner el punto y final a un negocio con más de 40 años de historia. Por último, este mes de marzo, las excavadoras arrasaron el solar y convirtieron las naves en un montón de piezas de metal, escombros y polvo. Ahora se hará un hotel y un espacio comercial, excepto en los metros que ocupaba la noria -también destruida-, que pasarán a ser de titularidad municipal.

¿Pero qué le pasó al esplendoroso Magic Park para acabar así? Teorías hay muchas. Más allá de las dificultades para consumar el traspaso por la gestión personalista que había hecho Xifré, en el momento del cierre sus hijas explicaron a la prensa que también había influido el hecho de que los videojuegos, uno de los principales alicientes históricos del parque, hubieran quedado obsoletos. También apuntaron al elevado coste del mantenimiento del edificio y la apertura de un nuevo parque similar en la zona que -aseguran- les restó clientela. Pero Lluís Prats apunta a una razón más sencilla: “Hoy en día la gente tiene a su alcance todo lo que antes echaba de menos -explica-. Los adolescentes de los 80 nunca habían ido a un parque de atracciones ni tenían consolas en casa: ¿ahora quién quiere ir a los autos de choque cuando pueden ir a pasar el día a Port Aventura o Naturlandia?”, se pregunta el experto para acabar .

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“Negocios como el Magic Park necesitan reinventarse constantemente –comenta Lluís Prats, profesor de la UdG y miembro del Instituto de Investigación en Turismo-. Es necesario que analicen constantemente qué público pueden atraer para centrar sus esfuerzos”. Y apunta: “Otros parques han sabido cambiar a los adolescentes por las familias”.

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