Educación financiera

Mamá, ¿me das dinero?

¿Hay que dar paga a los niños? ¿A qué edad? Si bien hay discrepancias sobre su necesidad, los expertos consultados sí que apuestan por enseñar el valor del dinero desde muy pequeños

Un niño con dinero de una hucha
Educación financiera
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Barcelona“Igual que en la escuela aprende ciertos conceptos, en casa aprende a tener dinero”. Sara tiene solo 7 años y recibe cada semana una paga simbólica de 2,5 euros. Pone el dinero en una hucha que le han regalado sus padres en la que un oso coge la moneda con la mano. También lo apuntan en un documento para saber qué cantidad tiene adentro. Si van a comprar y ella quiere algún capricho, lo paga con este dinero. Es pequeña, pero para el Francesc, su padre, es un juego “para aprender a tener dinero” que intentan que sea divertido. Hasta el momento, explica, no se ha comprado gran cosa, sino todo lo contrario. Y, de hecho, explica como anécdota que quería un peluche de 14 euros y, cuando tenía reunido este importe, decidió que no se lo compraría porque ya no le interesaba. Los padres son conscientes de que ella no necesita este dinero y, de hecho, le financian todas las necesidades, pero creen que es una buena manera para que tome conciencia de lo que valen las cosas y de lo que significa tener recursos propios y, sobre todo, ahorrar.

Precisamente esta edad, alrededor de los 7 u 8 años, es la que recomienda Ramon Moix, pedagogo y miembro de la red de expertos del Colegi Oficial de Pedagogs de Catalunya (COPC), para empezar a dar una pequeña paga a los niños. Moix cree que a partir de la adolescencia ya es “tarde” y que, en cambio, a partir de 3º de primaria, por ejemplo, ya tienen capacidad para hacerlo para, a la vez, valorar las cosas cuando tienen que comprar. “Se tiene que hacer pedagogía y entrenarlos”, cree Moix.

Pero no todas las familias lo hacen igual. En la familia de Sara Rongera, por ejemplo, han optado por darles dinero cuando lo necesitan para salir. Tienen dos hijos adolescentes. La mayor tiene 17 años y, como ya trabaja, ella misma se administra la cuenta que ha tenido que abrir y gestiona su dinero; solo pide en ocasiones puntuales. Para Sara su hija no ha salido derrochadora, al contrario, a pesar de que reconoce que la ropa –y sobre todo las compras en línea de determinadas marcas muy asequibles– son su perdición. El pequeño, con 15 años, pide menos porque todavía no sale mucho, y la mayor parte del gasto va a golosinas. Según explica Sara, no han optado por una paga semanal o mensual y, de momento, siguen con este modelo. Es consciente, sin embargo, que tarde o temprano lo tendrán que cambiar, pero hoy por hoy ni el hijo ni la hija se lo han pedido y considera que tienen suficiente conciencia para gestionar, también así, su propio dinero.

El valor del dinero, desde pequeños

Elisabeth Ruiz Dotras, profesora de los estudios de economía y de la empresa de la UOC, experta en finanzas, cree que del mismo modo que en casa se enseña a reciclar o a separar la basura, se tiene que enseñar el valor del dinero. Los niños, dice Ruiz, “lo quieren todo y no saben qué vale más o menos”, y en el momento actual se suma la inmediatez, que nos permite “pagar con un móvil”. Por eso, cree que es importante que los hijos tomen realmente conciencia del dinero desde pequeños. Pone de ejemplo las pequeñas atracciones que ponen las tiendas en su exterior como el primer paso para enseñar el concepto del dinero, enseñando que para que aquello funcione hay que poner monedas.

Ruiz no se posiciona sobre si hace falta o no una paga concreta ni a qué edad, pero sí que defiende que hay que hablar de cómo se gana el dinero y de cómo se ahorra desde muy pequeños. “Si en casa hablamos de reciclaje, ¿por qué no se tiene que hablar de finanzas?”, cuestiona la experta.

A partir de los 8 años, cuatro huchas

Ramon Moix propone que alrededor de los 8 años se dé una pequeña paga semanal, de unos 4 o 5 euros, y propone que los niños empiecen a hacer diferentes huchas:

  • La del ahorro, que tiene que servir para que puedan comprar sus caprichos, pequeños juguetes o hasta otras cosas como ropa o calzado.
  • La de los regalos para otros, que tiene que servir para poder colaborar en obsequios para su entorno próximo de familia y amigos.
  • La libre, que no tienen que poder fiscalizar los progenitores y que puede suponer un 10% de lo que se les da.
  • La del ahorro solidario, para poder contribuir a iniciativas de carácter social.

¿La paga tiene que ser una recompensa?

Moix y Ruiz tienen una manera diferente de ver si la paga tiene que ser una recompensa o si se tiene que poder penalizar como castigo. Moix, por ejemplo, cree que las obligaciones de niños o adolescentes, adaptadas a su edad, “no se pueden gratificar”. “Dar cinco euros porque ordene la habitación no se tiene que hacer nunca”, dice el pedagogo. En cambio, sí que cree que se pueden compensar esfuerzos que no sean su obligación.

Precisamente, que los niños y niñas vean que el dinero comporta un esfuerzo es lo que defiende Ruiz. Por eso apuesta por instaurar –cuando todavía son niños– un sistema de tickets que se consigan en función de lo que haga la criatura para que vean “que el dinero no se da porque sí”. Propone hacer una mesa y valorar los esfuerzos con este sistema que implique, también, conseguir recompensas más allá de las materiales, como puede ser ir a un restaurante o una actividad de ocio, también en familia. Cree que si llegan a la adolescencia y solo se les pagan las salidas a “criterio” de los padres, los jóvenes no entienden el por qué y no están haciendo ningún aprendizaje. Y también cree que, si no se trabajan todos estos conceptos antes, la primera paga o el primer sueldo se lo gastarán todo de golpe. Y quizás también el segundo y el tercero, alerta la experta.

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