Steven Thur: "Los modelos prevén un clima claramente más extremo en el Mediterráneo"
Director de investigación de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos
BarcelonaLa Conferencia de la Década de los Océanos 2024 de la ONU, que se ha celebrado esta semana en Barcelona, ha dejado patente que todavía hay mucho trabajo por hacer. Los mares y océanos sufren cambios muy rápidamente a causa del calentamiento global y de las actividades humanas, lo que está perjudicando seriamente a los ecosistemas marinos y, en consecuencia, está acelerando el cambio climático, especialmente en zonas como el Mediterráneo. El ARA ha entrevistado a Steven Thur, director de investigación de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, una agencia referente a escala internacional, para hablar del futuro que nos espera.
El Mediterráneo es un mar muy vulnerable al cambio climático. ¿A qué nos enfrentamos?
— Los modelos contemplan un clima claramente más extremo en el Mediterráneo: las precipitaciones serán más intensas, las tormentas más fuertes y las sequías más largas. Todo ello cambiará el ciclo hidrológico de la zona. Lo que vivimos ahora es sólo un presagio de lo que vendrá en las próximas décadas. Además, habrá una afectación en la cadena alimentaria de nuestra pesca, y debemos conocer más a fondo este escenario de futuro para conocer el impacto social que tendrán estos cambios en el Mediterráneo.
¿Qué conocimiento tenemos de nuestros mares y océanos para hacer frente a este escenario?
— Durante los últimos 30 o 40 años, hemos mejorado drásticamente la comprensión de nuestros mares y océanos, sobre todo gracias al desarrollo tecnológico. Pero actualmente uno de los retos es entender qué parte del calor creciente en la Tierra están absorbiendo las aguas más profundas. Es muy difícil llegar a tanta profundidad para tomar medidas de temperatura, salinidad y dióxido de carbono. Entender cómo está cambiando esta parte remota de los océanos es importante para saber cómo evolucionará el cambio climático en todo el planeta. Hemos aprendido mucho, pero necesitamos saber mucho más.
Por tanto, ¿es necesaria más financiación e implicación de las administraciones?
— Los científicos debemos realizar más observaciones oceánicas, pero necesitamos apoyos y colaboraciones para avanzar. Recientemente, la década de la ONU ha puesto mucho el foco de la ciencia oceánica en el desarrollo sostenible. Es aquí donde hemos empezado a recibir mayor apoyo político. Como uno de los principales objetivos es conocer más a los océanos para mejorar la sociedad, está habiendo más voluntad política y un aumento de la financiación en este campo.
El objetivo de la ONU es que en 2030 el 30% de la superficie marítima sean áreas marinas protegidas (AMP). ¿Es incompatible la actividad humana con la preservación del ecosistema marino?
— Existen actividades humanas, como el turismo moderado, el buceo o los deportes de vela, que son totalmente compatibles dentro de las AMP y que no comprometen su preservación. Pero, en lo que se refiere a la pesca, se ha detectado que si se crean ciertas zonas prohibidas a esta práctica, se permite el crecimiento de una población sana de especies marinas que, posteriormente, también nutren otras áreas oceánicas.
En este sentido, ¿qué es más peligroso para los mares y océanos: ¿el cambio climático o la sobrepesca?
— El cambio climático afecta a todo el planeta y requiere soluciones globales para revertir sus efectos. En cuanto a la sobrepesca, se pueden llevar a cabo buenas acciones a nivel regional o local, pero es necesario que las naciones con ideas afines trabajen conjuntamente para potenciar una pesca más sostenible.
Cambiando de tema, se está negociando un tratado internacional contra la contaminación por plásticos. ¿Qué prohibiciones deberían impulsar los gobiernos?
— Desde la NOAA no opinamos sobre posiciones políticas. Sin embargo, se ha demostrado que los microplásticos se encuentran en todos los rincones del mundo, y entender cómo esto afecta a nuestro sistema alimentario basado en la pesca es muy importante y puede estimular el proceso político para determinar si la prohibición de éstos materiales es la solución correcta. Ya existen ejemplos positivos de prohibición de plásticos desechables. La prevención es mucho más eficiente que las labores de limpieza de plásticos una vez que han llegado al mar.
Hay muchos frentes abiertos y mucho trabajo por hacer. ¿Estamos a tiempo de revertir la situación?
— Absolutamente sí. Creo que estamos a tiempo y que existe una gran esperanza de futuro gracias a todas las acciones que se están llevando a cabo en el ámbito global. Sin embargo, será necesario un compromiso sostenido y sobreponernos a las diferentes discusiones que vayan saliendo sobre ciertas acciones. Pero estamos entusiasmados con la posibilidad de un cambio global.
¿Qué valoración hace de la Conferencia de la Década de los Océanos 2024 en Barcelona?
— Llevamos tres años de década y el objetivo de esta conferencia era evaluar lo que se ha hecho hasta ahora y marcar los retos de los años que vienen. Hemos dado pasos positivos estos primeros años y actualmente hay muchos proyectos en marcha, pero es necesario realizar más acciones. Debemos seguir comprometiéndonos con los ideales que impulsaron el Decenio de la Ciencia de los Océanos. Lo que me ha parecido más estimulante es el compromiso de incluir a la próxima generación de profesionales a la hora de tomar decisiones. He estado en mesas redondas y he mantenido conversaciones individuales con jóvenes de todo el mundo. Escuchar sus historias sobre el trabajo que han realizado estos últimos dos años es realmente motivador para mí. Son el futuro.
Por último, Barcelona quiere acoger un centro de la Unesco por los océanos. ¿Qué opina?
— Un Centro Colaborativo del Decenio de los Océanos (DCC) para la economía azul es un punto focal para conseguir los retos de esta década. Por tanto, que Barcelona quiera acoger uno puede estimular la divulgación y sensibilización de esta tarea en todo el mundo y motivar una acción colectiva en la lucha contra el cambio climático. La comunidad global ha reconocido a esta ciudad como un lugar conveniente para los líderes de la ciencia y las políticas oceánicas.