Ot el Brujo
19/03/2021
1 min

BarcelonaLa muerte del dibujante Picanyol, que acababa de cumplir 73 años, me deja consternado. A lo largo de los años he esperado como agua de mayo sus constantes muestras de ingenio y sobriedad gráfica en Cavall Fort. Qué placer encontrar esas tiras de Ot el Brujo que dibujó sin freno hasta que no pudo más y decidió jubilarlo. Siempre me había maravillado su capacidad de imaginar los gags tan frescos, originales y sorpresivos que rodeaban a Ot: la mujer que, sin poderes mágicos, lo supera en cabezonería; la escoba que le permite hacerse fundible cuando conviene; el búho, testigo de sus trapacerías, y un puñado de secundarios a los que recorría cuando los necesitaba. Ot se ha mantenido siempre en primera fila junto a clásicos del género como Sergi Grapes, Gil Pupil·la, Stefi o los pitufos...

Cuando nadie se lo esperaba, publicó la novela HHistòries d'una pensióPreus barats i plats plens (Barcanova, 2006), un tipo de autobiografía centrada en su niñez y adolescencia en unos tiempos difíciles, cuando su madre tuvo que sobrevivir convirtiendo la casa en una pensión para obreros humildes que buscaban esto: unos platos llenos y baratos, y, también, un catre donde poder descansar. La narración, escrita en primera persona, tiene un tono neorealista salpicado con gotas de un humor marca de la casa.

Una iniciativa municipal instaló en un rincón privilegiado del parque de Moià una discreta estatua de este querido brujo. ¡Qué fiesta, el día de la inauguración!

Amigo Picanyol, ahora sí puedes descansar en paz, pero te aseguro que todos te echaremos de menos.

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