Manel Gasch Hurios es el abad de Montserrat hace dos años y pico. Desde entonces, ha mantenido una notable discreción, alejado de los medios de comunicación. Sabemos poco, de lo que piensa, de quién es realmente. Ahora podemos saber a fondo quiénes eran sus padres gracias al libro del historiador Albert Balcells Josep Maria Gasch, aadvoat dels treballadors (1940-2020) (PAM). Es el retrato de un personaje notable y de su familia, en especial su esposa, una chica de cuna humilde, Angelina Hurios. También del antifranquismo catalanista y de izquierdas.
Josep Maria Gasch era hijo de un notario austero. Su madre también era de buena casa. De entrada vivieron en Rubí, cuando era un pueblo. Las hermanas, mayores, se hicieron maestra y bibliotecaria. La familia pasaba la Semana Santa en Montserrat y el pequeño Josep Maria jugaba a decir misa. Fue muy buen estudiante y buen boy scout (en catalán, escolta): el escultismo, como escuela de ciudadanía, marcó su juventud. Conoció y entabló amistad con el futuro arquitecto Josep Martorell (socio de Oriol Bohigas), el futuro presidente de Òmnium Jordi Porta, y con Fèlix Martí y el matrimonio de mecenas Josep M. Vilaseca y Maria Teresa Roca, creadores de la Fundación Bofill (1969) que primero dirigiría Fèlix Martí y después Porta. Durante la Transición, Roca y Martí se hicieron del PSC-R de Pallach, creado en Montserrat en 1974 poco antes de que Pujol fundara CDC allí mismo.
En la universidad, estudiante de derecho, adoptó un papel de activista y se decantó por ser abogado laboralista, especialidad arriesgada durante la dictadura –iniciada por figuras como Antoni Cuenca, Josep Solé y Barberà, August Gil Matamala y Francesc Casares– y que le vincularía al movimiento obrero. Intentaron captarlo desde la democristiana UDC hasta los socialistas del MSC de Joan Reventós y los comunistas del PSUC, pero se unió a un grupúsculo de estudiantes de izquierdas y cristianos (Alfons Carles Comín, Joan Gomis y Antonio González Casanova , pero también Pasqual Maragall o José Ignacio Urenda). Al poco tiempo se pasó al Frente Obrero de Cataluña (FOC), donde estaban Isidre Molas, Manuel Castells, Miguel Roca, Manuel Royes o Josep M. Vegara. Y también Angelina Hurios.
Angelina era hija de una familia obrera, con los padres casados por el civil y el padre antiguo seguidor de Lerroux; la madre había hecho de enfermera durante la guerra. Angelina trabajó desde los 12 años, y estudiaba en el Instituto de la Mujer. Pronto fue dirigente de Acción Católica en la parroquia de Sant Medir donde se fundó CCOO, con el padre Josep Bigordà. Incluso llegó a pensar en hacerse monja. No fue hasta una vez casada (1966) cuando estudió derecho. A los hijos los llevaron a la escuela seglar, progresista y mixta de Sant Felip Neri, dirigida por Ignasi Garcia Clavel, buen amigo de Gasch. Angelina fue una de las fundadoras de la Asociación Catalana de Mujeres Juristas, que presidió, y acabó siendo presidenta honoraria de la Federación Internacional de mujeres juristas.
El escultismo, del que fue dirigente y que también le llevó a entablar amistad con Lluís Maria Xirinacs, serviría de cobertura a Gasch de su actividad política clandestina, que mantuvo cuando ya trabajaba de abogado. El FOC, ideológicamente más radical que el PSUC, tenía un centenar de militantes y llegó a controlar a CCOO. Pero en 1969 las divisiones internas le fracturaron y Gasch, desengañado de la política, se centró en el activismo cívico y el trabajo de abogado, implicándose durante años en la defensa de presos políticos y huelguistas represaliados ante el temible TOP (Tribunal de Orden Público) –asistió a un centenar de acusados–, trabajo que le llevó a crear el Col·lectiu Ronda, una cooperativa de abogados con igualdad de salarios, algo entonces inédito. Antes del Col·lectiu Ronda, entre otros compañeros de despacho había tenido a Antoni Farrés, futuro alcalde de Sabadell por el PSUC. Con otros jóvenes antifranquistas, Gasch entró en la junta de gobierno del Colegio de Abogados de Barcelona, desde donde promovió la abolición de la pena de muerte y la comisión de derechos humanos. Ya en democracia, con una actividad incansable, se vinculó a entidades de ayuda a los parados, de banca ética y de cristianismo renovador, entre otras causas sociales.