Congreso de Meteorología

Piedras gigantes y megasequías, los efectos del cambio climático

Dos investigaciones pioneras del Meteocat estudian fenómenos de clima extremo vinculados al cambio climático

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Técnicos del Servicio meteorológico de Cataluña midiendo piedras

El 30 de agosto del 2022 por la tarde una tormenta provocó una fuerte granizada en algunas localidades del Alt Empordà, el Pla de l'Estany y, sobre todo, el Baix Empordà, que acabó causando la muerte de una niña de 20 meses y dejó más de sesenta personas heridas. El fenómeno fue insólito: nunca se habían registrado piedras de hasta 11 cm de tamaño, tan grandes como un plátano.

Según la Red de Observadores Meteorológicos del Servicio Meteorológico de Cataluña (Meteocat), era el diámetro máximo documentado en el país desde el año 2002, cuando se empezaron a realizar registros. Hasta entonces las más grandes que se habían recogido no habían superado los 7 cm, que ya se consideraba mayor, teniendo en cuenta que normalmente las piedras suelen medir entre 1 y 5 cm. ¿Cómo podía ser, pues, que hubieran alcanzado esas dimensiones?

Tamaño de una piedra caída en uno de los episodios

El Meteocat lleva años impulsando una investigación sobre granizadas. Carme Farnell, junto con Tomeu Rigo, ambos técnicos del Equipo de Predicción y Vigilancia del Meteocat, estudiaban estos eventos, que castigan fuertemente al sector agrícola, y habían establecido una red de voluntarios que, cada vez que se desencadenaba una granizada, les enviaban imágenes a través de redes sociales con el hashtag #meteocatpiedra para documentar sus efectos.

Por eso, cuando estalló ese episodio en las comarcas gerundenses rápidamente enviaron un mensaje a los voluntarios pidiendo que les guardaran las piedras en bolsas de plástico en el congelador y que ellos les pasarían a buscar. Empezaron así una búsqueda pionera, y de momento única en el mundo, para entender cómo se forman estas piedras gigantes y para poder predecir con antelación cuándo se producirá una tormenta con granizada para alertar a la población de este tipo de fenómenos meteorológicos violentos.

Al año siguiente las granizadas gigantes se repitieron y cayeron piedras de 10 cm en la Sénia; este año, por el momento, se ha registrado un episodio con piedras de entre 7 cm y 8 cm en Sant Pere de Torelló. “Del estudio de las piedras obtenemos muchísima información”, asegura la geógrafa física Farnell, que recuerda que ya desde pequeña sentía mucha curiosidad por las tormentas con piedra que caían en la llanura de Lleida y que, por eso, afirma , se hizo meteoróloga, para entender por qué pedrea.

Además de los datos físicos, como calcular los ejes, el peso y el índice, Farnell y Rigo los someten a un TAC, como los que se hacen las personas con cáncer para ver la evolución de un tumor . “Sin romper la piedra podemos ver su interior y entender los procesos de formación que ha sufrido; cuántos círculos concéntricos tiene, lo que iría asociado a la temperatura a la que se ha formado, entre otros”, explica esta investigadora. El siguiente paso es relacionar toda la información con las herramientas de que disponen para llegar a hacer una predicción de tiempo violento y poder lanzar alertas a la población para prevenirlo. “Ya tenemos la alerta de tiempo violento que te informa de dónde se va a producir. Ahora queremos alertar de que podrían caer piedras gigantes”, concluye Farnell, quien comenta que “seguramente, ese tamaño enorme de piedra está relacionado con el cambio climático”.

Barcelona, ​​epicentro de la meteorología y la climatología

Esta investigación se ha presentado en el marco de la 25ª reunión anual de la Sociedad Europea de Meteorología, celebrada esta semana pasada en Barcelona, ​​y que ha reunido a cerca de un millar de expertos internacionales en meteorología y climatología. El encuentro, el más importante en esta área de investigación, es la primera vez que se celebra en Cataluña y este año se ha centrado en explorar el papel que puede tener la ciencia para encaminar Europa hacia la consecución de la neutralidad de carbono 2050, tal y como establece la ley europea del clima aprobada en junio de 2021.

En este sentido, en el congreso se han expuesto algunos ejemplos ya en marcha de cómo los científicos están asesorando a los gestores para avanzar hacia este objetivo, como el plan de refugios climáticos y el plan para generar sombras del Área Metropolitana de Barcelona.

“Es un ejemplo de cómo las ciudades mediterráneas nos estamos adaptando a la nueva situación propiciada por el cambio climático, que puede servir de espejo para lo que van a sufrir dentro de unas décadas otros países centroeuropeos”, explica Marc Prohom, jefe de el área de climatología del Servicio Meteorológico de Cataluña y miembro del comité organizador del congreso.

“También hemos organizado para los asistentes una visita a un depósito pluvial soterrado de Barcelona, ​​que, cuando hay fuertes lluvias, nos permite laminar el agua para evitar que se inunden los barrios, y adaptarnos así a situaciones de precipitaciones extremas”, añade.

Las megasequías del cambio climático

Desde Cataluña, otra investigación pionera que se ha presentado estos días, y que puede servir a otras regiones de Europa, es la que lidera el físico Vicent Altava, técnico de investigación y modelización del Meteocat, centrada en entender la gran sequía que sufre el país poniéndola en contexto con las sequías del pasado. Al igual que ha ocurrido con los incendios vinculados al cambio climático, llamados megaincendios, en sequía ya se habla también de megasequías. En este sentido, Altava investiga el período desde 2008 hasta la actualidad, en el que estamos encadenando déficits de precipitaciones importantes y que han culminado con la sequía actual, la más importante desde que hay registros, para averiguar si este fenómeno es cada más frecuente y por qué.

“Estamos analizando la configuración de las depresiones y de los anticiclones, y vemos que cada vez hay menos situaciones de depresión que hagan llover en Catalunya”, señala Prohom. Ahora, de la mano del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) analizarán cómo estas situaciones pueden ser más frecuentes en proyecciones de cara a las futuras décadas.

“Es una consecuencia del calentamiento global –afirma Prohom–. Uno de los fenómenos que se ve, que además provoca el aumento de las temperaturas, es que el anticiclón de las Azores sea cada vez más persistente y se ensanche, lo que impide que los anticiclones del Atlántico entren en el Mediterráneo y nos traigan lluvias”, remacha.

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