Industria

El saltamontes de Olot que llegó a rey del tabaco en Argentina

Manuel Malagrida fue un visionario a la hora de recurrir a la publicidad de masas para vender sus Cigarrillos París

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Manuel Malagrida i Fontanet

Este año se está celebrando el centenario del nacimiento de un personaje gigante de la política catalana, Ramon Trias Fargas. Hijo y sobrino de los hermanos Trias y Pujol, y yerno del doctor Trueta, los tres eminentes médicos. Con motivo de la efeméride se ha hablado mucho de su trayectoria vital y algunos medios han hecho referencia a su despacho profesional, en el número 27 del paseo de Gràcia. Un hombre singular en un edificio singular: la Casa Malagrida, una vivienda de lujo construida en 1908 para nuestro protagonista de hoy, Manuel Malagrida, empresario tabaquero y otras muchas cosas.*

Descendiente de un italiano de los Alpes, que hacia 1775 se instaló en Olot, Manuel Malagrida tuvo una vida muy agitada y llena de viajes arriba y abajo. Para empezar, cabe decir que el apellido inicial era Mallacrida, pero que en su generación ya había mutado hacia una versión más catalanizada. Tras el segundo matrimonio de su padre –la madre murió cuando él tenía sólo seis años–, la mala relación con la madrastra le llevó a ser acogido por la familia Trinxeria, también olotenses. A los 16 años se fue a Barcelona a hacer de saltamontes y de allí pasó a París (1887), donde planeó el proyecto –finalmente no ejecutado– de crear una red de limpiabotas de zapatos. Pero la capital francesa sólo fue el trampolín para llegar a su destino final, donde se haría rico y famoso: Buenos Aires. El primer trabajo lo marcó, porque entró a trabajar en fábrica de tabaco Somay, propiedad de un ciudadano español radicado en Argentina, y ya nunca dejaría a este sector. Al cabo del tiempo, con algunos ahorros y el apoyo de un olotense de apellido Estorch, logró abrir un pequeño estanco. De cómo pasó de fabricar cigarrillos artesanalmente en la trastienda, a producir treinta millones diarios no tenemos ningún dato, pero lo cierto es que en pocos años su marca, Cigarrillos París, se convirtió en una de las más conocidas y consumidas de Argentina. Uno de los pilares de su fama fue la apuesta decidida por el marketing, donde no escatimó medios: primero fue un carruaje con un bombo, después un cañón que disparaba flyers y cigarrillos, y finalmente, sus célebres concursos de carteles que acabaron teniendo repercusión internacional y donde llegó a participar el propio Ramon Casas. El eslogan de todos los anuncios era simple y siempre lo mismo: "Los Cigarrillos París son los mejores".

Cercanía con el franquismo

En esa época de expansión de los negocios fue cuando su red de contactos empezó a engordar. Gracias a ser el representante de la Asociación Patriótica Española de Buenos Aires asistió a la coronación de Alfonso XIII y fue recibido por el jefe de gobierno Práxedes Mateo Sagasta. En una vuelta al mundo que empezó en 1903, la casualidad hizo que se hospedase en el mismo hotel de Cuba que el banquero John Pierpont Morgan. Con los años, acabaría manteniendo una relación cercana con muchas de las élites políticas y militares de España, sobre todo en las épocas de las dictaduras (fue diputado provincial bajo el gobierno de Primo de Rivera, y durante la Guerra Civil le va regalar un automóvil Fiat y un avión en el ejército del general Franco).

Lo que también hizo historia fue la boda de película que celebró en Barcelona en 1903, pocos meses después de conocer a la que sería su mujer, la argentina de raíces catalanas Teresa Pons Pullés. Él tenía 39 años y ella 19. Cada vez su vida estaba más centrada en este lado del Atlántico, por lo que no tuvo más remedio que delegar responsabilidades en sus empresas. Con esta finalidad, la de delegar, constituyó el trust Piccardo en 1910.

Su gran obra olotina, y uno de los motivos por los que ha pasado a la historia, es la planificación y financiación del Eixample de Olot, que empezó en 1913 con la compra de los terrenos y que hoy en día define en gran medida aspecto de la capital garrochina. Desde 1932 su salud empeoró considerablemente, hasta limitarle mucho la movilidad. Murió en Barcelona, ​​a sus 82 años.

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