Sequía

¿De dónde viene el agua que sale del grifo en Barcelona?

La mitad de los litros que llegan a los hogares ya no vienen de los embalses, que están bajo mínimos

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BarcelonaAbrimos el grifo y el agua mana. Lo ha hecho sin prácticamente ningún obstáculo durante los 36 meses en los que se arrastra un déficit de lluvia grave que ha derivado en la peor sequía del siglo en Catalunya. "Una sequía bíblica", según apunta el geógrafo y miembro del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales en la UAB David Saurí. El agua, sin embargo, mana con normalidad en los hogares del área de Barcelona, ​​donde se concentra la mayor parte de la población del país, pese a que las reservas que quedan en los embalses han caído en picado y se encuentran bajo mínimos nunca vistos. Pero aunque a simple vista no se note, este agua no proviene de las mismas fuentes que antes.

En una situación de normalidad hídrica, el 80% del agua necesaria para satisfacer la demanda no sólo doméstica, sino de comercios o empresas, provenía de los embalses, pero hoy ese porcentaje se ha desplomado a un escaso 50%. El resto de los litros se están supliendo sobre todo con la desalinización y, en grado más bajo, con las primeras experiencias con el agua regenerada (reutilizada), que se trata, se vierte al río, se potabiliza y devuelve a la red de suministro. Entre el año pasado y el 2023, la cantidad de agua desalinizada (126 hm³), regenerada (80 hm³) y la sacada de pozos de sequía (unos 50 o 60 hm³) han permitido poder gastar el equivalente a un pantano de Susqueda extra del todo lleno.

Estos litros adicionales han sido suficientes hasta ahora para evitar que en el ámbito doméstico ya gran escala se notara ningún efecto en el suministro de los hogares metropolitanos, pero el escudo empieza a ser insuficiente : "Nos queda agua para ocho o diez meses", avisaba con tono grave el director de la Agencia Catalana del Agua, Samuel Reyes, la semana pasada. El estado de emergencia que está a punto de declararsepero que técnicamente ya es un hecho en buena parte del país, es el preludio de las restricciones que sobrevuelan el ámbito doméstico después de meses en los que el ahorro se ha buscado limitando el riego agrícola o recortando los usos empresariales o prohibiendo actividades municipales o lúdicas. "La situación es desconocida y dramática", corrobora Saurí.

Hasta ahora, todavía quedaba el consuelo de comparar con la última sequía grave, la del 2008, para encontrar una situación más dramática, pero ahora ya se han superado esos mínimos. Los embalses se encuentran al 18,6% en las cuencas internas (las que gestiona la Generalitat y abastecen a la mayoría de la población) y la perspectiva de los próximos meses no muestra todavía un final claro de este déficit de lluvias. "Las cuencas internas son, junto con la del Guadalquivir, en Sevilla, las que están peor", diagnostica el catedrático de Geografía Física de la UB, Javier Martín-Vide.

Menos presión o cortes

Los cortes de agua están descartados de entrada, según insiste en remarcar el Govern. En cualquier caso, serían el último recurso. El ahorro se buscará, de entrada, bajando la presión del agua en los grifos de muchos municipios. Empresas suministradoras como Agbar ya lo están ensayando y aseguran que puede suponer una reducción de más del 7% en el consumo de los hogares. La falta de agua en los grifos vía cortes sería un escenario nunca vivido en Barcelona o en el AMB y es “una línea roja”, admite Martín-Vide. Sin embargo, añade que con la bajada de presión el margen de ahorro a esperar es bastante limitado. “Barcelona ya es de las ciudades europeas con un menor consumo de agua por persona y día, poco más de 100 litros”, recalca.

Para el geógrafo David Saurí, el ahorro que pretende situar el consumo metropolitano en torno a los 90 litros por persona y día es "francamente complicado". Subraya que ya hay una mayoría de ciudades que tienen un consumo bastante bajo y que, por eso, el gran ahorro urbano "ya está hecho" y, en todo caso, se puede ir a concienciar para cambiar algunos hábitos en el interior de los hogares. “Estamos hablando de cosas como lavar platos sin dejar el grifo manando, regular las veces que estiras la cadena en el WC o no ducharse cada día”, apunta.

La bajada de la presión es una solución preferible a los cortes, reconoce Saurí, porque no pone en riesgo las tuberías que pueden reventar con la interrupción y retorno del agua de golpe, pero la alternativa también tiene riesgos. Habrá que ser muy cuidadoso, avisa, para que la menor presión no afecte al agua caliente, al normal funcionamiento de la lavadora o de los lavavajillas.

Más allá de esta previsión de rebajar la presión en los hogares, la nueva fase crítica en la que ha entrado la sequía implicará otras restricciones que el Gobierno detallará con toda probabilidad en los próximos días. Martín-Vide apunta que la nueva fase que afronta Cataluña ya no es sólo una sequía pluviométrica (“este puede ser el tercer año con menos lluvia de los últimos 100”, recalca), hidrológica o agrícola, sino que también es socioeconómica, que significa que “todo el sistema económico se resiente”.

Agua más cara

Si hay una certeza sobre esta sequía, es que saldremos adelante pagando el agua más cara. La subida del precio de cara al 2024 es un hecho después de que hace pocas semanas la empresa ATL anunciara que encarecería la factura que pagan los municipios después de más de un año con las desalinizadoras trabajando a toda máquina. El gasto energético de hacer un metro cúbico de agua desalinizado asciende a 0,30 céntimos de euro frente a los 0,05 céntimos cuando esta misma cantidad de agua proviene de un embalse como Susqueda, según los datos de ATL.

Este mayor coste, según Saurí, debe tenerse en cuenta ante la estrategia por la que opta el Gobierno para garantizar el agua durante las próximas décadas: depender menos de los pantanos y la lluvia y más de la desalinización y la regeneración del agua, que se potenciarán con nuevas instalaciones. "Debemos ser conscientes de que estamos intercambiando agua por una posible escasez de energía", apunta el geógrafo de la UAB. Subraya que toda la estrategia para garantizar el suministro futuro no puede olvidar que se deberá afrontar la factura energética y pensar de qué fuentes provendrá para no abrir “un nuevo escenario preocupante”.

Prepararnos para cuando no llueve debe hacer con los pantanos llenos, apunta Martin-Vide, que se muestra crítico con el estado de las redes de distribución actuales: “En algunos municipios se pierde una tercera parte del agua por fugas y eso no se puede tolerar ”. El catedrático de la UB también apunta a los grandes retos pendientes para optimizar el regadío (dejar de inundar campos de cultivo) porque el sector agrícola sigue siendo el primer consumidor de agua en el país. "Debemos garantizar el agua a todo el mundo, pero no tapando agujeros, sino transformando el sector", insiste.

Tres retos para el futuro que viene
  • Pobreza hídrica

    El escenario de emergencia por la sequía y el futuro encarecimiento del precio del agua a partir del próximo año obliga a no dejar a nadie atrás en el acceso a un bien que es “un derecho humano básico según el ONU”, recalca en el ARA la jefa de sostenibilidad urbana del Instituto Territorio metropolitano, Elena Domene. "Hay un 10% de la población del Área Metropolitana de Barcelona que está en riesgo de pobreza hídrica", alerta citando un indicador que sale de los estudios realizados por este organismo. Domene acepta que debe subirse el precio del agua, pero subraya que no se puede perder de vista quién lo pagará y cómo. Si no llueve pronto, augura, habrá que buscar más recursos, lo que puede encarecer aún más el coste y, por tanto, poner más población en riesgo de no poder afrontar la factura de este suministro. Subraya que es necesario buscar una respuesta como se ha hecho con los casos de pobreza energética.

  • Ahorro

    Aunque Domene rehuye poner "toda la responsabilidad del ahorro sobre los particulares", apunta que el margen para gastar algunos litros menos de agua dentro de casa puede venir de pequeños cambios de hábitos en actividades que se realizan casi a diario . La ducha de cada día representa más de un tercio de toda el agua que gasta en promedio un hogar metropolitano en un día. “Quizás en algún caso nos hemos acostumbrado a 20 minutos de ducha calentita que pueden ser menos”, dice Domene. También en el uso de los grifos de casa (donde se va un 29% más de los litros diarios) se puede tener en cuenta el ahorro no dejando que mane mientras nos lavamos los dientes o reaprovechando el agua fría que sale hasta que la atemperamos para ducharnos para regar plantas o ahorrar una tirada de cisterna (el inodoro representa un 11% del consumo diario en casa).

  • Comunidades hídricas

    La posibilidad de almacenar mucha más agua de lluvia en entornos urbanos es también un reto para los próximos años. Ciudades como Barcelona ya tienen grandes depósitos enterrados donde se recogen aguas pluviales que después se usan para limpiar calles, entre otras. Ahora es necesario también abordar la posibilidad de instalar depósitos aprovechando azoteas de edificios creando “comunidades hídricas” al igual que estamos viendo que se crean energéticas, apunta la jefa de sostenibilidad urbana del Instituto Territorio metropolitano. Reconoce el elevado coste de estas instalaciones y, por ello, apunta a que deberán potenciarse favorecer desde las administraciones en los próximos años. Si hasta ahora se ha hablado de la necesaria transición energética, apunta Domene, también es hora de empezar a poner sobre la mesa la necesaria “transición hídrica”. En la gestión futura del agua, añade, será necesario no sólo centrarse en la gestión de la oferta (busco más recurso) sino también en la de la demanda (como lo hacemos para necesitar menos).

Barcos o minitrasvasos

Volviendo a mirar hacia el precedente del 2008, la imagen más dramática de esa sequía fueron seguramente los barcos que llegaron al puerto de Barcelona cargados de agua para abastecer a la población y evitar los cortes en los hogares. Este escenario, según insiste la ACA, no está ahora mismo sobre la mesa de forma inmediata, pero las instalaciones portuarias ya han empezado a prepararse por si se llega a este extremo en los próximos meses.

En la anterior sequía, el debate político también estuvo muy marcado por la posibilidad de algún trasvase que garantizara el agua en el área metropolitana, un escenario que no se ha abierto en esta ocasión hasta ahora. "De momento no hemos recurrido al agua del Ebro, el famoso minitrasvase desde TGN hacia el área metropolitana, que sería una decisión muy problemática y muy polémica", advierte Saurí. También resulta difícil plantear el debate sobre el trasvase del Ródano, desde Francia, no sólo por el coste que tendría la infraestructura, sino también por la contestación social y la realidad climática que también se hace evidente en las previsiones a la baja que hacen los expertos sobre el caudal de este río francés en las próximas décadas.

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