La bala de plata de Milei

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Un seguidor del candidato de la extrema derecha en Argentina Javier Milei.

Javier Milei ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina. Milei, de personalidad inestable, es de convicción anarcocapitalista y de derecha radical. Dice tener una bala de plata para solucionar los problemas crónicos de Argentina: la dolarización de la economía. La pregunta es si es factible y si funcionará, en caso de que logre implementarla después de ser aprobada por el Parlamento, algo difícil. Con solo el 15% en la Cámara de los Diputados, ni siquiera con el apoyo del partido de Mauricio Macri llega al 50%. Antes de intentar contestar a la pregunta hay que poner en contexto la victoria electoral de Milei.

Milei logra la victoria por la profunda crisis de Argentina, con inflación desbocada, enorme nivel de pobreza y desesperación de la población. La red clientelar y la corrupción del peronismo ya no dan para más. El peronismo ha agotado la capacidad de compra de votos y buena parte de los argentinos no se han creído las promesas del candidato Sergio Massa (ministro de Economía saliente) de que iba a arreglar los problemas que había contribuido a crear. Los argentinos han probado con alguien distinto dado que ya sabían lo que podían esperar de los propios gobernantes. El peronismo ha dominado la política en Argentina, con algún paréntesis, desde que el general Juan Domingo Perón llegó al poder en 1946, y la irresponsabilidad fiscal ha sido continua. Argentina sobrevive ahora con préstamos del FMI, al que debe 44.000 millones de dólares.

El argumento de Milei es simple: adoptando el dólar impedirá que el Banco Central financie los recurrentes déficits fiscales de los gobiernos argentinos imprimiendo pesos, que en parte han ido a parar a un gasto estatal en el que los beneficios sociales y subsidios son el 70% del total y que alimentan a la clientela peronista. Los beneficios inmediatos serían la supresión de la inflación y la reducción de la prima de riesgo del tipo de interés al que el país puede tomar prestado, no habría riesgo de devaluación del peso. De todas formas, la transición podría ser turbulenta, y si la población cree que Argentina adoptará el dólar puede desprenderse de los pesos antes de que ocurra y la inflación podría aumentar. Ahora bien, un país que renuncia a la moneda está renunciando a utilizar la política monetaria para estabilizar el ciclo económico, por ejemplo devaluando el peso frente a una perturbación negativa para la economía. De hecho, esta renuncia es lo que hicieron los países del sur de Europa cuando adoptaron el euro, puesto que el peso de Alemania y Francia en la política monetaria del BCE es muy grande. Además, adoptando el dólar también se renuncia a la función del Banco Central como prestamista de última instancia. Así, en una crisis bancaria el Banco Central no podría proporcionar liquidez a los bancos salvo que ya hubiera realizado una provisión al respecto. El gobierno también renuncia al monedaje (seigniorage), es decir, a la obtención de ingresos mediante la emisión de moneda.

A principios de los años 1990, con el presidente Carlos Menem, Argentina implementó una currency board y mantuvo una paridad fija del peso con el dólar que fue abandonada en 2001 (sería mucho más difícil abandonar una completa dolarización). Pese a que logró dominar la inflación, mantuvo déficits fiscales altos y una sobrevaloración del peso y acabó con una deuda elevada y mucho paro. Al abandonar la paridad el país quebró, los bancos tuvieron problemas y hubo una crisis económica muy grave. Otro caso fue el de Ecuador, que dolorizó la economía en el 2000 y controló la inflación, pero no el déficit público, y ha tenido problemas con el pago de la deuda.

Debemos añadir que, para dolarizar, el Banco Central necesitaría, según estimaciones recientes, reservas en dólares de más de 35.000 millones, cuando ahora tiene un déficit de cerca de 9.000 millones de dólares. No será fácil que las consiga. Sin embargo, los argentinos tienen muchos dólares, tanto en el extranjero como en el país. En caso de implementarse, los perjudicados serían los que de entrada no tienen.

El problema de Argentina está en sus instituciones y en la falta de disciplina fiscal. Es cuestionable que esta disciplina pueda importarse de fuera, tal y como pretende la dolarización. Hemos visto, por ejemplo, cómo la entrada en el euro de países como España no ha llevado a reformas para hacer la economía más competitiva e introducir disciplina fiscal. Milei planea también reducir el gasto estatal (y el número de ministerios, para empezar; me imagino que sacaría la motosierra para eliminar muchos de los 22 ministerios del nuevo gobierno de Sánchez). También planea reducir los impuestos, liberalizar y privatizar. Sus planes pueden llevar a un estallido social.

En caso de que Milei pueda sacar adelante su política económica, deberemos ver los resultados de este arriesgado experimento. Una mayoría de argentinos ha preferido experimentar a seguir con el hundimiento del país al que llevaba el peronismo.

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