El cambio del calendario escolar, una buena idea con polémica

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Escuela Decroly de Barcelona en una imagen de archivo

Educación ha tomado una decisión que hacía muchos años que se esperaba: a partir de este curso las vacaciones de verano serán más cortas y el curso se avanza una semana. Este año empezará el 5 de septiembre en infantil y primaria y el 7 de septiembre en ESO, bachillerato y formación profesional, y no el 12 como se había hecho en los últimos años. Este cambio está más en concordancia con lo que se hace en la mayor parte de Europa, donde no hay periodos tan largos de vacaciones y, en cambio, hay más periodos cortos de parada durante el curso. En este sentido, el departamento también ha explicado que por Navidad habrá un día más de vacaciones –las clases se acabarán el 21 de diciembre– y también habrá un día más de libre disposición en el que cada escuela puede decidir hacer vacaciones –sumándolo a un puente o aprovechando las fiestas de cada localidad–, que se añade a los tres que ya tenían.

Hasta aquí la noticia parece positiva porque uno de los clamores de las familias desde hace muchos años era que el inicio tan tardío del curso era excesivo para el ritmo escolar y también les dificultaba la conciliación. Los padres volvían al trabajo en septiembre y muchos tenían problemas para cuidar de los niños estos primeros 15 días y tenían que girar de familiares o pagar canguros o actividades extraescolares añadidas, los que podían. El problema es que, en un primer momento, el anuncio del departamento, que ha hecho solemnemente el propio president de la Generalitat, Pere Aragonès, incluía una segunda parte: este primer mes de septiembre las clases serán solo por la mañana, de 9 a 13 horas, y, por lo tanto, para muchas familias el problema casi es el mismo pero expandido a todo el mes. En vista de las críticas inmediatas de esta medida, desde el departamento de Educación se ha reaccionado enseguida explicando que el comedor estaría abierto y después habría una hora de extraescolar gratuita. La medida soluciona en parte el problema, puesto que los niños saldrán a la misma hora que el resto del curso, a las 16.30 horas, sin coste añadido.

El otro punto de fricción de este anuncio ha sido la manera en la que se ha hecho y presentado. El cambio del calendario escolar era un tema del que hacía mucho tiempo que se hablaba. En 2019, antes de la pandemia, el debate estaba ya sobre la mesa y entonces, tal como explicó el ARA, el departamento se comprometió a hacer el cambio con el consenso de toda la comunidad escolar. Una promesa que no se ha cumplido porque los centros se han enterado por un correo electrónico poco antes del anuncio oficial, y tanto los sindicatos como las asociaciones de familias se quejan de que la medida no estaba consensuada y los ha cogido por sorpresa. Los sindicatos lamentan que este cambio les deja menos tiempo para preparar el inicio de curso –a pesar de que el nombramiento de sustitutos se avanza y es una buena noticia– y, también, que esta falta de consenso y comunicación en el departamento se suma a lo que ya ha ido pasando recientemente en cuanto a la exigencia del nivel C2 de catalán y al cambio en la nomenclatura de las notas. La falta de consenso sobre el horario compactado de septiembre y la manera de comunicarlo han convertido en polémica lo que es una buena noticia.

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