La felicidad es llegar a casa. El volante lo lleva una mujer de 39 años. En la barriga una copiloto de 8 meses. Detrás está la otra niña, de 3 años. Cuando se abre la valla y el coche se desliza por el camino ve una maceta por el suelo. Levanta los ojos. Los cristales muestran el espectáculo: dentro hay sombras ultranerviosas. Ella gira de pataco. Espantada, mentira. Debe huir de su casa. Esto ocurrió el pasado día 6. Es Nadal enquistado y l'Horta de Lleida es un supermercado de rateros, ladrones, delincuentes. Una monarquía, dictadura, un fascismo atracándose como un buffet libre. El sufrimiento necesita respuesta.
No sólo roban. Queman habitaciones, casas. Encienden el fuego del miedo. Quieren dinero y joyas. Son magos, ilusionistas, prestidigitadores con manos invisibles para envolver los regalos que no son suyos. Lo abren todo. Unos son criaturas de rapiña local, km 0. Tenemos calabozos y cárceles rellenos de goluts: entran y salen. La delincuencia es una puerta giratoria. Pero otros tienen infraestructuras pagadas por todos a su servicio: la A-2 es una autovía que transporta a ladrones de todas partes. Salen arbitrariamente, caprichosamente, a la salida de cualquier pueblo. Ven una casa. Ven luz. Oro. Entran. Con la familia dentro. Lo sabemos. Golmés, Mollerussa, Sidamon... Hasta la Huerta de Lleida. Esto es la Ruta del Bakalao del ladrón. Esto es la multinacional del saqueo a domicilio. Esto es el mundo al revés. La barbarie entra en casa a granel, a chorro. Lleida, de nuevo, a la vanguardia.
No hizo caso cuando empezaron a entrar en las granjas, en los cubiertos, en las cabañas. En el universo labrador. Lo robaban todo. Lo han pisado todo. Ahora en las casas. Pasamos pantalla. Esto es un videojuego donde sólo juegan ellos y morimos nosotros. Y debemos darles las gracias: por no quemar, por no mangar más, por no hacernos daño. El robo se ha hecho ley: es normal. Debemos aceptar cómo esclavos alquilados que nos afeitarán, que nos entrarán. El sector de negocio es infinito y seguro. ¿Sabéis cuántas personas mayores, solas, viven en los pueblos de Cataluña? Un pastel para los gormands del expolio físico y espiritual. Nos preocupamos por la Inteligencia Artificial y el futuro es la Inteligencia del Furt. El atraco es doble: nos estafan unos y otros.
Mientras la Catalunya irreal debate sobre luces inclusivas de Navidad u focas de Madagascar que no tienen derechos para depilarse los bigotes, en la Catalunya real se roba, se sufre y se llora. Son violaciones a domicilio. Son la usurpación de nuestro ser y de la comunidad. Es necesario un no con luces de neón y de Navidad justamente contra todo esto. Son necesarias muchas cosas. Y hay que apelar al presidente Isla, a la consejera Parlon, a los jueces, a todo el país ya la Confederación Universal de Derechos del Sentido Común de las Personas Normales. Debemos construir un no contra los salvajes. Tengo ideas.
Que detengan a los ladrones y hagan carreteras. La autovía Balaguer-Lleida que quienes mandan nos dicen que no necesitamos. Pico y pala. La autovía Tàrrega-Balaguer, las del Pirineo... Pico y pala. Carreteras, caminos, vías de tren... 8 horas trabajando: al igual que las personas a las que roban. Que les suden las manos de dolor. Que sufran. Que vuelvan a las personas, a los pueblos, a la vida, todo lo que nos han quitado. Que sientan lo que sentimos. Cuando han entrado en casa. Cuando nos entran en el corazón. Cuando llegas a todo lo que tienes, a todo lo que amas, y es un infierno.