Qué coño es la derecha mediática, se preguntaba el otro día Ana Rosa Quintana desde su plató en la tele de los Berlusconi, horas después de que Pablo Motos entrevistara a Pedro Sánchez en la televisión del grupo Planeta. Lo cierto es que parece que al presidente del Gobierno alguien le ha convencido de que tampoco está tan mal que un candidato de un partido hable de los medios de comunicación e incluso critique a ciertos periodistas aunque, eso sí, todavía Pedro Sanchez señala los pecados pero protege a los pecadores. Me encantaría haberle convencido yo cuando tuve la ocasión y mira que lo intenté, pero no lo conseguí. Hasta hace nada existía una regla no escrita según la cual, jamás los medios o los periodistas pueden ser objeto de la crítica por parte de un líder político. La sanción prevista para quien osara hacer tal cosa era ser señalado por medios y periodistas como un enemigo de la libertad de prensa. Si yo les contara...
Pero el presidente ha decidido rectificarse a sí mismo una vez más y lleva un mes sin parar de decir lo que antes solo decíamos algunos incautos. El 31 de mayo, dos días después de anunciar el adelanto electoral, Sánchez dijo a los parlamentarios de su partido que "desde la posición de dominio que tienen las grandes empresas en los grandes medios de comunicación, se va a desatar una campaña feroz de insultos y de descalificaciones. Veremos en programas de máxima audiencia a gente que solo se representan a ellos mismos pontificar e insultar sin derecho a réplica. Se van a inventar barbaridades y nada es nuevo porque lo que están haciendo es copiar los métodos de sus maestros norteamericanos". Casi nada.
En su entrevista con Alsina en la radio del grupo Planeta, Sánchez señaló que existe una desproporción de medios de derechas en España que ha tenido claros efectos políticos. Días después, en el programa de Jordi Évole, dijo que uno de sus mayores errores había sido no percatarse y evaluar el veneno que ha inoculado la derecha tanto política como económica y mediática en la sociedad española. Y dijo que por eso tenía que ir a todos los programas para pinchar esta burbuja de mentiras, de manipulación y de maldades. Tras la reunión con sus diputados y senadores y tras las entrevistas con Alsina y Évole le llegó el turno a Motos. En la que quizá haya sido una de las mejores entrevistas de Pedro Sánchez, la derecha mediática volvió a ser uno de los temas claves en El Hormiguero. Motos preguntó a Sánchez si en su programa se miente y Sánchez no se cortó y vino a responder que sí e incluso puso ejemplos.
Como analizó Manu Levin en La Base del pasado día 28, la prensa ha acabado asumiendo que el asunto de los medios se está convirtiendo en uno de los temas de la campaña electoral gracias a Pedro Sánchez. Que Ana Rosa haya tenido que preguntarse en directo qué coño es la derecha mediática, es la mejor prueba de que el tema está instalado. Y se está poniendo de moda ademas, como explicaba Levin, destacar el papel político de los periodistas. Muchos artículos de prensa que analizaron la entrevista de Sánchez en El Hormiguero hablaban más del rol de Motos que el del propio Sánchez. Antonio Caño, ex director de El País atacó sin piedad a Motos en las redes (porque a su juicio no estaba haciendo una buena entrevista) hasta el punto de tener que reconocer al día siguiente que quizá se le había calentado la boca (cualquiera se mete con Motos). Del mismo modo pero en la dirección opuesta, muchos periodistas señalaron en su momento a Jordi Évole como responsable del mal rendimiento de Yolanda Díaz en la entrevista que le hizo en un restaurante japonés, hasta el punto de que el propio Évole llegó a disculparse también en un acto público con compañeros de profesión: “No tuve mi mejor día” dijo. Más allá de las mejores o peores intenciones, desempeños y de las ideologías de unos u otros periodistas, lo que nadie discute ya es que son tanto o más importantes que los propios dirigentes políticos. Y, efectivamente, es así.
Pero el problema no es ese. El problema es la correlación. Évole es una excepción que además ya no puede competir como en el pasado con las audiencias de Motos. Sánchez ha metido el problema de la derecha mediática en campaña pero me temo que llega tarde. “No he sabido evaluar la fuerza corrosiva de la derecha mediática” le dijo a Évole. Ojalá no sea demasiado tarde pero temo que será difícil revertir en unas semanas los resultados del constante trabajo cultural e ideológico de una derecha mediática que entiende a Gramsci mucho mejor que la izquierda.