La diplomacia europea paga el precio de los presos políticos
BarcelonaHasta ahora era evidente que la existencia de presos políticos y exiliados independentistas catalanes tenía un coste reputacional para España, pero este viernes ha sido la diplomacia europea en su conjunto la que ha tenido que pagar el precio. El alto representante de la Unión Europea para Asuntos exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, viajó ayer a Moscú para trasladar al ministro ruso de Asuntos Extranjeros, Serguei Lavrov, el malestar de los Veintisiete por el encarcelamiento del opositor Aleksei Navalni y la detención de miles de sus seguidores. Lavrov, un gato viejo de la diplomacia internacional, contestó reprochando a Borrell la existencia de presos en España por una cuestión política como era "organizar un referéndum en Catalunya". "Las autoridades españolas pidieron que no se cuestionara a sus tribunales y nosotros reclamamos lo mismo en términos de reciprocidad", reclamó Lavrov.
Es evidente, pues, que el encarcelamiento de los líderes catalanes es una mancha para la imagen exterior de la Unión Europea y un argumento de peso para regímenes autoritarios como el ruso para justificar que sus métodos no son tan diferentes. De hecho, el digital del think tank de Bruselas EUobserver publicó ayer un artículo en que consideraba que Josep Borrell había sido humillado por Lavrov. Y es que el político catalán tuvo que soportar el discurso del ministro ruso con buena cara porque el objetivo real de su visita era abrir las puertas de Europa a la vacuna rusa, la Sputnik V, ante los problemas de suministro que está sufriendo la Unión. Resulta revelador que una de las personas que más se significaron en la crítica a los independentistas no fuera capaz ayer de levantar la voz y defender su encarcelamiento. Quizás porque es indefendible.
Es previsible que después del espectáculo de ayer crezca la presión diplomática europea hacia España para que se libere a los presos políticos catalanes y se evite de este modo que Moscú o países como Turquía lo usen para justificar sus propias violaciones de los derechos humanos. La ministra de Exteriores española, Arancha González Laya, salió a defender que en España "no hay presos políticos" y pidió a Moscú que "Navalni pueda presentarse y hacer campaña en las próximas elecciones rusas igual que lo están haciendo los líderes independentistas catalanes que cumplen condena en España". Resulta vergonzoso que Laya saque pecho del hecho de que los presos catalanes estén haciendo campaña, puesto que la decisión no la ha tomado el gobierno español sino la Generalitat, y es muy probable que en los próximos días la Fiscalía recurra el tercer grado y la justicia los vuelva a enviar a prisión.
De todas maneras, el episodio vivido en Moscú tendría que servir para que el gobierno español acelere la liberación de los presos, puesto que la opinión pública internacional no entiende que haya personas condenadas a más de 10 años de prisión, y entre ellos activistas sociales que no pertenecen a ningún partido político, como Jordi Cuixart, tal como ha subrayado en más de una ocasión Amnistía Internacional. Y si no lo quieren hacer por España, que lo hagan al menos para no perjudicar la imagen de Europa.