El dragón y el dron
¿Qué hacemos con el dragón? Pedro Sánchez quiere matarle, y ha aumentado el presupuesto en defensa. ¿De qué dragón estamos hablando? De cabeza en concreto, porque "España es pacifista" y sólo se trata de asustar a los dragones que se atrevieran a atacarla. ¿De dónde saldrá el dinero? Ya lo encontraremos, pero el gasto social no sufrirá, dice. El pueblo no lo cree, claro, porque la multiplicación de los panes y los peces fue un milagro, no una leyenda.
Un plan de televisión enseña el plató de TV3 en la plaza Catalunya y entonces, de repente, el dron donde está la cámara se eleva y la estrella de la plaza brilla bajo el primer sol de la mañana. El dron sigue elevándose y descubre toda la Rambla, y el puerto y el mar detrás. Los drones convierten en majestuoso todo lo que tocan, pero Sant Jordi es tan grande que aún es más bonito a pie de calle.
Hablando de ver las cosas desde arriba, Francisco se entera de que algunos de los grandes dragones internacionales asistirán a su entierro, donde pondrán cara de hombres de estado con principios. "¡Qué bárbaro!",musita, pero no le viene de nuevo, porque se ha pasado el pontificado vigilado por sombras inquietantes. Las mismas que, según un conocedor de la cuestión romana que me encuentro en la Rambla, "no querrán más experimentos", que traducido significa que papas del fin del mundo con ideas propias, de entrada, no.
Y con este dragón, ¿qué debemos hacer? La Guardia Civil rechaza dos veces una denuncia porque está hecha en catalán: "Si no charlas en castellano, no te ayudaremos". Ha ocurrido en Mallorca. Ha vuelto a suceder, para ser más precisos. El problema es que no es un dragón ni son sombras. Son personas, es la autoridad, las armas, quien se atreve a hablar así. ¿Hay algún presupuesto de defensa que podamos aumentar frente a esta barbarie? Sí, el nuestro, pero eso volvería a ser un milagro.