Ahora parece que va en serio. Arrastrando los pies y haciendo de la necesidad virtud, la aritmética parlamentaria habrá permitido hacer lo que ni Pedro Sánchez ni el PSOE hubieran querido nunca. La ley de amnistía, que abarca la consulta del 2014 y el referéndum del 2017 y sus muchos efectos colaterales, empezará a tramitarse en las Cortes españolas por la negociación, incomprensiblemente no coordinada, de los partidos independentistas catalanes. Su aprobación tendrá muchos efectos, en el terreno jurídico, político y judicial. Hay más, pero analicemos algunas claves.
1. El final de la represión. El efecto inmediato de la amnistía permitirá archivar todas las causas judiciales en curso y los efectos no ejecutados de las sentencias y resoluciones que se han dictado, tanto en el terreno penal como en el administrativo o contable. El retorno de los exiliados, el archivo de las causas pendientes, la eliminación de las inhabilitaciones y el fin de la persecución del Tribunal de Cuentas debería ser la consecuencia más visible de la presente ley.
2. El fracaso de la vía judicial. Desde el primer momento, con Mariano Rajoy en la Moncloa, el PP ha optado por trasladar las cuestiones de la política a los tribunales. Para la derecha, el poder judicial siempre ha sido una zona de confort y complicidad, que con el pretexto de la legalidad ha contribuido a negar el conflicto político intentando que todo se limitara a un tema de rebelión y de orden público . Pero cuando medio país se moviliza, sólo la vía política puede dar respuesta. La ley de amnistía representa una enmienda a la totalidad a la estrategia del PP y de la derecha judicial.
3. Los costes para el PSOE. Los socialistas han hecho lo contrario de lo que decían que harían. Ninguno de los movimientos realizados hasta ahora se explican por las convicciones políticas sino por la necesidad. Los indultos, el reconocimiento de la existencia de un conflicto político y del gobierno de Cataluña como interlocutor y ahora la amnistía responde sólo a la voluntad de retener el poder. El PSOE no ganó las elecciones, ha perdido casi todo el poder autonómico y, con la excepción de Barcelona, no gobierna ninguna gran ciudad. Perder el control del gobierno del Estado supondría un golpe devastador para la maquinaria socialista, que paga un altísimo precio político para mantener poder, cargo e influencia. La derecha política y mediática, y el fuego amigo disparado por Felipe González, dejarán al PSOE en una posición muy débil en una legislatura sin mayoría. Si cuaja la idea de que Pedro Sánchez se ha rendido ante el independentismo, la factura política en forma de desgaste electoral será muy alta.
4. La desolación del poder judicial. La amnistía supone dejar en papel mojado el ingente esfuerzo, nunca visto, del poder judicial para perseguir el independentismo. Cientos de atestados policiales, espionaje ilegal con Pegasus y otras vías, seguimientos, registros, detenciones, encarcelamientos, órdenes de detención, fianzas millonarias, el juicio a medio gobierno de Cataluña, a la presidenta del Parlamento ya líderes sociales, la instrucción interminable del juzgado 13 y del TSJC, las causas de la Audiencia Nacional, la persecución del Tribunal de Cuentas, las causas abiertas contra alcaldes, la detención de manifestantes y la represión de la disidencia y un rosario infinito de cosas más quedarán en nada . Este plato es muy mal digerir para muchos poderes del Estado. Lo ilustra bien el comunicado de los vocales del CGPJ, que han expresado su "intensa preocupación y desolación" ante una medida que supone una "degradación y abolición del estado de derecho en España". Nada menos.
5. La clave del TC. La última palabra la tendrá el Tribunal Constitucional. Lloverán los recursos contra la ley de amnistía y le tocará al TC, encargado de interpretar si lo que hace el legislador encaja o no en el marco constitucional, validar o torpedear esta medida. Hay argumentos sólidos para justificar la constitucionalidad de la amnistía, incluso amparándose en sentencias de la justicia europea. Pretendidamente, en el pleno del TC hoy existe una mayoría progresista que avalaría la posición defendida por Pedro Sánchez, pero la experiencia nos demuestra que cuando se trata de la unidad de España y de supuestas traiciones a la nación, los matices desaparecen. Con las cosas de comer, no juegan.
6. El tablero político catalán. Los efectos de la amnistía dibujan nuevos escenarios en Cataluña fruto de la rehabilitación política de actores que han sido privados de sus derechos en los últimos años, fruto del exilio y de las inhabilitaciones. Aún falta más de un año para las elecciones catalanas y habrá que ver cómo encajan las piezas. Ni el PSC, que pese a liderar las encuestas está estancado, ni Esquerra ni Junts pueden calcular, en estos momentos, cómo les irá. Un año en política es mucho tiempo, y más aún cuando la memoria es tan efímera.