Feijóo, la demagogia que no para

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El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, reunido en Roma con la primera ministra italiana Giorgia Meloni.

El PP se ha dado cuenta de que, en la resaca del Proceso, apostar la política de oposición a la traición de un Sánchez entregado al separatismo ya no le da por vivir. Feijóo, incapaz de hacer política en positivo –afrontar los problemas, no magnificarlos, que es una forma de hacerlos crecer– ha pasado del "Sánchez rompe España" al "Sánchez entrega el país a manos de quienes no son españoles y vienen a tomar el trabajo a la gente ya destruir nuestros valores". Una distorsión miserable de la realidad: primero, porque necesitamos a los que vienen para hacer trabajos y contribuciones necesarias a nuestro bienestar, y segundo, porque si algunos pueden apoderarse de nuestro país desde fuera no son esas personas que vienen simplemente para mejorar las sus vidas, sino los poderes multinacionales que cada vez controlan más la actual fase del capitalismo –financiero y digital– y que nada tienen que ver con quienes creen fronteras desesperadamente.

La demagogia de Feijóo, pues, se desplaza hacia la inmigración. Y como ganar es lo que importa y lo demás es miseria, insensible al principio de responsabilidad que exigiría cierta prudencia antes de maximizar los problemas para que lo que gobierna se estrella, ignora deliberadamente las consecuencias negativas que su comportamiento puede tener para todos. La cuestión de la inmigración exige responsabilidad y comprensión y no el eterno recurso a la lógica agresiva de los nuestros y otros, que niega derechos fundamentales a las personas señaladas.

España ha sido siempre uno de los países de Europa más comprensivos con los que vienen de fuera. De repente este clima ha cambiado. Por primera vez las encuestas detectan que para una parte significativa de la población –un 30% de los ciudadanos– la inmigración es la primera preocupación. Es una tendencia que ha ido creciendo en los últimos años –con especial aceleración a partir de la pandemia– pero nunca se había situado como principal problema. Y el PP se lanza demagógicamente a la conquista de la oportunidad. En lugar de contribuir a racionalizar el debate, a luchar contra la demagogia irresponsable de Vox o de los Alvises de turno, se pone en primera línea del frente, a echar a la cara del gobierno un problema que necesita prudencia y responsabilidad haciendo suyos sin ningún escrúpulo el racismo y el desprecio hacia quienes llegan.

Feijóo se retrata con Meloni para exhibir modelo antiinmigración. Un gesto de doble efecto: normaliza la extrema derecha, consolidando la alianza con Vox, y se pone en línea con el autoritarismo posdemocrático que recorre Europa.

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