

Leemos en el ARA el caso de una mujer, Yaqui, que buscaba trabajo como cuidadora y fue violada por el hombre que había contestado su anuncio. La mujer, que estaba en situación irregular cuando ocurrieron los hechos, tuvo miedo a denunciarlo por si la deportaban.
Hice un reportaje de "periodismo gonzo", hace muchos años, en el que, "como inmigrante", ponía un anuncio en una revista, como el de esta mujer, para ofrecerme de señora de realizar trabajos. No exagero si digo que todos, todos los que me contestaron me preguntaban, de entrada, de dónde estaba (había países, como Cuba, que les hacían más "gracia") y, acto seguido, me hacían saber que aparte de limpiar también habría que tener relaciones sexuales. Uno de ellos recuerdo que ya me dijo (eso cuando hacía dos minutos que hablábamos por teléfono) que debería "limpiar desnuda". Lo más perturbador era la "normalidad" con la que lo soltaban. Las criadas se van a la cama con el señor (y limpian, eso no les quita nadie).
Tengo la sensación de que el caso de esta mujer, inmigrante que busca trabajo de cuidadora y es violada en la entrevista de trabajo, debe ser mucho más habitual de lo que pensamos. Y será mucho, mucho más habitual de lo que pensamos que la mujer, una vez alquilada, para mantener el trabajo sea forzada al sexo. Ahora como antes. ¿Cuántas hay? Justamente, el violador ya sabe que no tener los papeles en regla es probable que provoque la reacción que tuvo ella: no denunciarlo, por si acaso. No se puede dejar de pensar si este hombre, ahora condenado, al fin, por ese delito terrible, era la primera vez que violaba a una mujer, el día de la entrevista de trabajo, o si no era la primera vez y lo hacía siempre, tan tranquilo y convencido de que ninguno diría nunca nada.