Un grupo de cazadores con un jabalí abatido.
09/12/2025
1 min

En la zona rural donde vivo, cerca del Parque Natural de Montserrat, la población de jabalíes y corzos hace ya mucho tiempo que está descontrolada. No hace mucho, los jabalíes mataron al perro de una masía vecina —las masías, con sus tierras, nunca habían estado encerradas—, que se encaró. Como no me he cansado de repetir, los cazadores han sido demonizados por una población aún más destructiva que los jabalíes: los turistas. El presidente Isla pide "aumentar la captura de jabalíes y reducir su impacto negativo" y el conseller Ordeig lo ha explicado así: "Se puede decir en un u otro idioma, en Girona, en Lleida o en el Pirineo: hay demasiados jabalíes". Hemos tenido que sufrir a quienes pisan sembrados porque hacen las fotos de boda o los vídeos de Instagram, que encontraban que los cazadores son unos tifos. Se puede dar la circunstancia de que varios de estos energúmenos, todos ellos usuarios del caravaning, hagan una fiesta con alcohol de alta graduación, como vodka, sobre un viñedo. Que estropean. Y son ellos quienes aleccionan sobre si los humanos somos peores que los jabalíes, y tumba y que gira.

Sin embargo, hace días que en los campos de los que vivo no hay los jabalíes de cada noche. La ausencia se nota mucho. Quizá la epidemia de peste sea mucho mayor de lo que no pensamos. Ayer, los rurales se encontraron uno muerto y se ve que lo están analizando. Por el momento, los del botellón no pueden pasar, que ya es mucho cambio.

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