Imprecación en la Franja de Gaza
¡Abdalá! Abdalá Yataima, ¿verdad? ¡Soy la madre de Nase, que jugaba contigo! Está muerto, le hirieron y no pudo llegar al hospital, por el hambre, por la debilidad. ¿Te acuerdas de mí? Un día le robaste la merienda a mi hija mayor y yo me enfurecí. Nase. Nos lo dieron para que lo enterrésemos, pero su padre ya no tiene fuerzas para hacer nada. Hace tres días que no comemos. La niña pequeña es una criatura, no tenemos suplementos. Abdalá, acércate, por favor, no puedo gritar más, no sabía que te encargabas de repartir comida. ¿Te acuerdas de Nase? Decía que haría un gran viaje cuando hubiera paz. Y ahora estás repartiendo comida.
Escucha, Abdalá, somos vecinos, éramos vecinos, quiero decir. Eres un buen chico. Ya sé que todo el mundo te pide comida. Todo el mundo tiene un hijo pequeño. Mírame, ¿te gusto? Haz lo que quieras conmigo. Desnudame, no te prives. ¿Qué quieres que haga? Lo haré. Por un saquito de harina me podrás dar a tus amigos, si quieres. Son tiempos de guerra y en la guerra las normas son otras. Por un saquito de harina bailaré desnuda delante de ti. ¿Quieres que me corte un pezón? Lo haré, si quieres. Dame harina para la niña, Abdalá; mírame, soy joven, tengo un culo precioso que será todo para ti, mírame la boca. Cuando sean tiempos de paz lo olvidaremos todo. Somos vecinos, ayudémonos. Tú has jugado con mi hijo muerto, ¿cuántos años tienes? Diecinueve, eres todo un hombre. Ahora lo demostrarás, Abdalá. Tus amigos también, y claro que sí, y mañana más, para todos los habrá, verá cómo les gusto. Vamos aquí detrás del camión, no esté nerviosos. Sois buenos chicos, yo soy una buena mujer. Venid. ¿Quién es el primero? No. Un momento. La harina. Quiero verla. Dadme la harina antes. Qué contenta estará mi hija cuando me vea llegar. Vamos, quedará contentos, ¿tu madre está viva? Me alegro, mucho, cuando haya paz la pasaré a saludar. Tú primero, Abdalá.