El laberinto burocrático de las ayudas sociales

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Colgado por la burocracia

Imagina que tus ingresos mensuales son de 710 euros y pagas 280 por un piso de alquiler. Puede parecer difícil, no sólo haber encontrado un alquiler tan asequible, sino llegar a fin de mes con poco más de 400 euros. Con esto tienes que cubrir el agua, la calefacción, la comida, la factura del móvil y, si te llega, alguna actividad de ocio para olvidar lo complicada que tienes la vida. Pero, por difícil que te lo parezca, un 7% de la población de Catalunya vive así o peor; es decir, por debajo del umbral de ingresos de la renta garantizada de ciudadanía (RGC). Y, de ellos, casi la mitad sufren de sobrecarga financiera de la vivienda, destinando más de un 30% de sus ingresos al alquiler o hipoteca.

Si te encuentras en esta situación, estás relativamente de suerte en Cataluña. Porque contamos con un amplio sistema de ayudas y prestaciones sociales. Vinculados a una garantía de ingresos mínimos para vivir se encuentra la RGC y el ingreso mínimo vital (IMV). Y para la vivienda, la Generalitat ofrece un total de 18 ayudas. Sólo necesitas pedirlos.

Y es aquí donde viene el problema. Solicitar ayudas significa sumergirse en webs y documentos oficiales, con lenguajes formales y complejos. Es probable que te obliguen a pedir cita –acción, por cierto, contraria a la ley, pero que se hace a menudo– y que acabes entendiendo que, para solicitar la RGC, de cuantías mayores, debes pedir primero el IMV . Si se conjuran los astros a tu favor, contarás con el acompañamiento de profesionales de la administración o de alguna entidad del Tercer Sector, y deberás tener un certificado de identificación digital. Ahora necesitas entender los requisitos, cumplirlos, poderles demostrar con información que en muchos casos la administración ya tenía, pero que, aun así, insiste en pedirte.

Ya sólo te queda esperar –en algunos casos, más de medio año– que te concedan la ayuda, si es que no hay silencio administrativo negativo, o debes enmendar información en un corto plazo de tiempo. Si no, debes empezar de nuevo.

Si Saturno se alinea con Júpiter y la Luna, y completas de forma exitosa el proceso de solicitud del IMV, después el de la RGC y, en algún momento, el de una ayuda de vivienda, puedes pensar que tu situación habrá mejorado mucho. Cuentas con un sistema de garantía de ingresos que te ayudará a llegar a fin de mes y con una ayuda para el alquiler. Pero espera, no es tan sencillo. Te sorprenderá ver que, después de meses de trámites y largas esperas, el resultado es que, en el cálculo de lo que debes recibir de la RGC, te restarán lo que obtienes por la ayuda al alquiler.

Este laberinto de trámites, presente en la gran mayoría de ayudas y prestaciones de nuestro país, lo hemos analizado desde KSNET para la Mesa de Entidades del Tercer Sector Social de Cataluña en el dossier Claves del debate actual del sistema de garantía de ingresos en Cataluña. Presentado esta semana, busca proponer soluciones, por ejemplo un complemento a la vivienda y el aumento de cuantías de la RGC, y avanzar hacia una ventanilla única social que actúe como punto de entrada para, al menos, las solicitudes de las grandes ayudas de apoyo social. Esto simplificaría los trámites, los haría más accesibles para la ciudadanía y permitiría una gestión más coherente de sus necesidades, poniéndolas por delante de las organizativas. Porque las prestaciones sociales sólo tienen sentido si llegan a quienes las necesitan. Si no, sólo son ilusiones de papel.

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