Florentino Pérez, en el palco del Bernabeu.
26/05/2025
Periodista
3 min

1. Se ha acabado la temporada. El Barça ha ganado los tres títulos que se disputan en España, el Girona y el Espanyol se han quedado en Primera tras sufrir más de la cuenta y el Real Madrid cierra, nunca mejor dicho, un año en blanco. La Supercopa de Eurocopa y el Mundial de Clubes conseguidos hace ya meses no son consuelo para un equipo que venía de ganar la Champions y que se reforzaba con Mbappé, el mejor goleador del continente. El presidente, pecando de soberbia, no fichó un relevo para Toni Kroos, el alma del centro del campo que se les había jubilado precipitadamente. Tampoco contrató a nadie cuando se le rompieron los titulares de la defensa y así le ha ido. Sin Carvajal, Militao ni Alaba, el equipo ha sido un colador. ¿Consecuencia? Florentino Pérez se carga al entrenador con mejor currículum de la historia y echa a Luka Modric, el jugador que soñaba con acabar su carrera en el nuevo Bernabéu, esa auténtica lata de sardinas arquitectónica.

2. El sábado, en el acto de despedida de Ancelotti y Modric, lloró todo el mundo. También un Florentino Pérez, debilitado, que parece haberse hecho mayor de golpe. Nunca lo habíamos visto tan tocado. No le cayó ni una lágrima cuando echó del club a Sergio Ramos, que pedía entrenar por las tardes para pasar las mañanas con sus caballos en Sevilla, o cuando traspasó a Cristiano Ronaldo por 100 millones de euros a la Juventus. Entonces, al presidente del Madrid no le temblaba el pulso con las estrellas. Ahora, con un futuro incierto, se ablanda con la nostalgia. Luka Modric, con el micrófono en la mano, dijo una frase de García Márquez –sin mencionar a García Márquez– que conmovió a Florentino: "No llores porque ha terminado, sonríe porque ha pasado". Ciertamente, Modric ha sido un jugador diferencial. En trece años en el Madrid, el centrocampista croata ha ganado más Champions (6) que el Barça en toda su historia (5). Como diría Schuster, "No hace falta decir nada más".

3. Florentino llora ahora, también, por un error de cálculo. Siempre pensó y comentó, en círculos íntimos, que mientras Messi estuviera en el Barça, costaría mucho que el Madrid marcara una época en España. En Europa lo petaban porque en solo una ocasión se encontraron al Barça como rival. Pero, en los años de Messi, las ligas solían caer del lado culé. Estaba rezando para que el argentino se fuese para poder ganar también en la Liga. Y mira por dónde, cuando finalmente ficha a Mbappé para hacer tridente con Vinícius y Bellingham, de La Masia del Barça sale un chaval de 17 años que enamora a todo el mundo, que gana partidos, que desequilibra como nadie, que tiene carisma y que tiene números de Messi mucho antes que Messi. Con la eclosión de Lamine Yamal, auténtico fenómeno mundial, no me extraña que a Florentino se le vea desorientado. Piensa, seguramente, que ya estamos otra vez igual. Y que mientras la cantera del Barça es una mina que nunca se acaba, La Fábrica del Madrid es una cantera en vía muerta.

4. En el Barça también hubo lágrimas este sábado. Con Romeu. La temporada del Barça femenino aún no ha terminado. Igual que el equipo de Flick, Alexia, Aitana y compañía han ganado todos los títulos que se juegan en España (a la espera de la final de la Copa de la Reina del próximo fin de semana), pero se les ha resistido la reconquista de Europa. Tras la final perdida contra el Arsenal, todas las jugadoras lloraban, a los masajistas se les caían las lágrimas y Laporta retenía la emoción como podía. El equipo se fue a Lisboa a recoger la copa y se olvidó de jugar a fútbol. Después de tantas exhibiciones, el rival fue mejor, el Barça no hizo el juego habitual, cometió más imprecisiones que de costumbre y cuando se pusieron a tocarla como solo saben hacer ellas, llegó el gol de las motivadísimas inglesas. "No siempre se puede ganar". La frase no es de García Márquez. La dijo Aitana Bonmatí. Y también tiene razón.

stats